Pese a su cierre, hace cuatro años, el Bordo recibe diariamente cuatro mil toneladas de basura orgánica, está plagado de garzas que antes pasaban de largo, tiene fauna nociva y genera olores nauseabundos que llegan hasta el aeropuerto capitalino.
Es un foco de contaminación por dióxido de carbono y metano que emite a la atmósfera y por fuga de líquidos tóxicos producidas por la basura y que van a parar al subsuelo, el Bordo no ha sido inspeccionado desde hace cuatro años.
De acuerdo con documentos obtenidos a través de la Ley de Transparencia, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente visitó el tiradero en diciembre de 2011 y enero, abril y agosto de 2012 para verificar las acciones realizadas por el Gobierno de la Ciudad de México relacionadas con el cierre de la cuarta etapa del tiradero.
En aquella ocasión, se advirtió la necesidad de medidas urgentes para detener la fuga de lixiviados, al representar riesgos de contaminación a acuíferos como el río Churubusco y el Canal de la Compañía y los drenes de Xochiaca y general del Valle.
Con información de Excelsior
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