Miles de peruanos salieron a las calles para ofrecerle un cálido y entusiasta recibimiento al papa Francisco. Ven en él un líder auténtico, con la fuerza moral que carece su clase política. Mientras, los políticos están enfrascados en turbias negociaciones, acusaciones y una carga de corrupción que pone freno a la esperanza peruana.
Recordemos que el presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski, se salvó de una destitución, al ser acusado de corrupción por recibir pagos de la constructora Odebrecht, caso que ya ha salpicado a los tres últimos presidentes peruanos y a numerosos países latinoamericanos. Por ello el indulto a Fujimori, ex dictador y sentenciado a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad, es una mala señal, porque es fruto de una negociación por conservar su cargo presidencial.
Francisco centró su discursó frente a la corrupción. Primero exhorta a “estar muy atentos a esa otra forma de degradación ambiental que contamina progresivamente todo el entramado vital: la corrupción. Cuánto mal hace a nuestros pueblos latinoamericanos y a las democracias de este bendito continente ese virus social, fenómeno que lo infecta todo, siendo los pobres y la madre tierra los más perjudicados. Lo que se haga para luchar contra ese flagelo social merece la mayor de las ponderaciones y ayuda, y esta lucha nos compromete a todos. Unidos para defender la esperanza implica mayor cultura de la transparencia entre entidades públicas, sector privado y sociedad civil. Y no excluyo a las organizaciones eclesiásticas”.
Los asistentes miembros de esa clase política cuestionada asentían aplaudiendo, sobre todo cuando el Papa sentenció que la corrupción es evitable.
Con información de La Jornada
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