La lucha de generaciones no es algo nuevo, al contrario, ha sido el detonante de olas creativas, movimientos contraculturales y más. Sin embargo, la llamada “Generación de Cristal” ha sido el blanco de severas críticas en los últimos años. Pero, ¿Quiénes son y qué significa la generación de cristal?
El termino generación de cristal fue acuñado por Montserrat Nebrera, política y académica catalana, como una metáfora para describir la fragilidad emocional de los adolescentes y jóvenes de hoy. Haciendo referencia específica a los “Gen Z”, personas que nacieron entre 1995 y 2010.
Los jóvenes de esta generación son catalogados como volubles, sensibles y con un sentido exagerado de lo que es políticamente correcto. También son vistos como impacientes, debido a que están acostumbrados a obtener más rápido información, bienes y servicios, gracias a internet.
En términos psicológicos se trata de una “sensibilidad de procesamiento sensorial” (SPS), que en realidad es un rasgo de la personalidad. Esto los hace procesar estímulos e información con más fuerza y profundidad que otros, por lo que se cree que existe un sistema nervioso más sensible
Nos obstante, esta generación reacciona con mayor emotividad y empatía, así como con una conciencia del cuidado ambiental y la salud mental. Altamente creativos y capaces de realizar múltiples actividades al mismo tiempo.
Algunos especialistas han encontrado que la sensibilidad de procesamiento sensorial es un factor de riesgo para la salud mental, ya que puede provocar ansiedad y depresión. Un estudio aplicado a 407 estudiantes universitarios de la República Checa obtuvo que el 10% de los hombres y el 43% de las mujeres resultaron ser altamente sensibles, con respecto a sus padres. En el estudio también se evaluaron las consecuencias negativas, siendo la incapacidad para concentrarse el mayor problema para los jóvenes de la Generación Z.
Sin embargo, algo es cierto, esto no es descubrir el hilo negro… crecer es difícil, madurar es traumático, pero como la historia nos lo ha demostrado, no hay mal que dure cien años, ni tonto que lo aguante.