Sólo 18 horas después de la negación del habeas corpus preventivo por parte del Supremo Tribunal Federal, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, favorito para las elecciones de octubre, fue objeto de una orden de aprehensión expedida por el juez de primera instancia Sérgio Moro, mismo que lo condenó en un juicio que, en opinión de juristas y abogados no sólo de Brasil, pero de algunas de las más prestigiadas escuelas de derecho del mundo, fue plagado de arbitrariedades y manipulaciones, sin que hubiese una sola prueba en su contra.
Moro ordenó que Lula se presente a la Policía Federal en Curitiba, capital de Paraná, antes de las cinco de la tarde de este viernes. En un comunicado lleno de formalismos, Moro prohíbe expresamente el uso de esposas, “en atención a la dignidad del cargo que ocupó”.
El jueves por la noche uno de los abogados del ex presidente, el renombrado y veterano jurista José Roberto Batochio, dijo que la ansiedad por detener a Lula antes que los recursos fuesen examinados “revela una arbitrariedad sin fin”. Agregó que intentará algún recurso de urgencia, pero que si resulta inútil el ex presidente deberá acatar la determinación de Moro y presentarse a la Policía Federal.
Cuando se supo de la decisión, Lula estaba reunido con auxiliares y amigos en el instituto que lleva su nombre. A los pocos minutos salió en un automóvil sin hablar con nadie y se dirigió al Sindicato de Metalúrgicos de San Bernardo del Campo, en el cinturón industrial de San Pablo, que presidió durante la dictadura y fue cuna de su carrera política. Organizaciones y movimientos lo esperaron allí para ovacionarlo, luego del pedido del PT.
La CUT –Central Única de Trabajadores– convocó movilizaciones para este viernes en todo el país, y estudiaba decretar un paro general en caso de que Lula sea efectivamente preso, lo que parece inevitable.
En varios momentos Lula reiteró la necesidad de una “resistencia pacífica”, evitando enfrentamientos. Luego de la decisión de Moro aumentaron las preocupaciones de mayor inestabilidad social y creció el riesgo de protestas callejeras, con enfrentamientos entre defensores y acusadores de Lula.
Ninguna de esas preocupaciones importó a los seis miembros de la Corte Suprema que el pasado miércoles negaron un habeas corpus preventivo al ex presidente hasta que se agotasen todas las instancias a las cuales podría recurrir.
Con información de La Jornada
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