“No me voy de este mundo hasta que los vea sentenciados. Y quién sabe qué suceda después. A lo mejor salen y no se dan cuenta porque así pasa en México”, dijo el extitular de la Conade, Nelson Vargas sobre el secuestro y posterior homicidio de su hija, Silvia Vargas Escalera, durante una entrevista exclusiva con Fernanda Familiar en Imagen Radio el pasado 5 de septiembre.
“Mientras viva voy a insistir hasta no verlos refundidos con su sentencia. No puedo dejar eso”, manifestó.
Instó al nuevo gobierno del presidente electo Andrés Manuel López Obrador a seguir avanzando con la investigación del caso que ha estremecido al país entero.
Vargas criticó a la Procuraduría General de la República a no dar con el paradero de los involucrados en el brutal asesinato de su hija ocurrido hace más de 10 años. Sostuvo que ninguno de los sujetos están sentenciados por parte de las autoridades.
Por otro lado, afirmó que la atención mediática en el caso ayudó a encontrar el cuerpo de su hija, sin embargo, aclaró a los medios de comunicación y a la población en general a no catalogarlo como “activista”, tal y como ha sucedido en reiteradas oportunidades.
“No tengo el conocimiento para criticar lo que no se hace bien, pero estoy convencido que en este país pasan muchas cosas”, dijo en el programa al tiempo que exclamó que no se toman en cuenta los millones de mexicanos que mueren a manos del hampa.
El secuestro
Silvia Vargas Escalera, de 18 años, fue secuestrada el 10 de septiembre de 2007 cuando iba de su casa, ubicada en la Magdalena Contreras, al Colegio Alexander Bain, en la colonia Las Águilas. Eran alrededor de las 6:30 horas. Su papá, Nelson Vargas, llamó varias veces al celular de su hija y en ninguna contestó, hasta que le respondió la voz de un hombre.
Según el diario capitalino Milenio, el sujeto le dijo que su hija estaba secuestrada y le exigió 3 millones de dólares para liberarla. Después de varios intentos de negociación, Vargas recibió la última llamada de los secuestradores el 27 de septiembre de 2007. Le dijeron que no le iban a dar una prueba de vida y que ya no volverían a marcar.
Más de un año después, en diciembre de 2008, el cadáver de Silvia fue encontrado en una casa de seguridad ubicada en San Miguel Xicalco, Tlalpan.