Culpable. Así se ha declarado Esteban Loaiza (Tijuana, 1971), uno de los grandes beisbolistas mexicanos, sobre los cargos por tráfico de drogas. En una audiencia de la corte de California (EE UU) ha admitido que trasladaba drogas, como el día en el que le detuvieron con 20 kilogramos de cocaína mientras conducía uno de sus autos de lujo por la zona de Imperial Beach.
Loaiza fue detenido el pasado 12 de febrero. La Policía le detuvo para revisar su Mercedes Benz en el que descubrieron un compartimento secreto, utilizado por los narcotraficantes. El Equipo de Erradicación de Crímenes Fronterizos obtuvo de cateo para registrar la residencia del deportista. Ahí encontraron 20 kilos de cocaína, valuados en 500.000 dólares. Los cargos que se le imputan son la posesión, transporte y venta de narcóticos. La jueza le advirtió de que podría ser deportado a México una vez cumplida su sentencia.
En los juzgados, Esteban Loaiza se declaró no culpable. La defensa legal del pitcher logró la libertad condicional al pagar una fianza de 200.000 dólares con el impedimento de no poder abandonar la ciudad, se le retiró el pasaporte y le pidieron portar un brazalete con un GPS, hasta su declaración final. Tiene programada la audiencia de sentencia el próximo 2 de noviembre en una corte federal en San Diego. Las sanciones legales que suponen los cargos hacia el mexicano tienen un mínimo de 10 años de cárcel y el máximo es la cadena perpetua.
La trayectoria de Loaiza en el béisbol profesional era una de las más sólidas en la Major League Baseball (MLB). Jugó en nueve equipos de la Liga durante 10 años. Fue contratado por dos de los grandes instituciones: los Yankees de Nueva York y los Dodgers de Los Angeles. Logró 126 victorias, a 47 del icono Fernando Valenzuela. Sus mejores memorias las firmó en las Medias Blancas de Chicago. La historia del chico que creció entre las calles de Tijuana, al norte de México, y San Diego le consolidó por años como uno de los grandes lanzadores de su país. En los últimos meses su imagen ha dejado de lado las gorras y los bates para mostrarlo con un las manos esposadas y el uniforme procesado.
Con información de ElPaís
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