Un jurado de siete mujeres y cinco hombres juzgará desde este martes en Nueva York a Joaquín el Chapo Guzmán, acusado por el gobierno de Estados Unidos de narcotráfico y de mantener una empresa criminal durante dos décadas como jefe del Cartel de Sinaloa, un proceso entre fuertes medidas de seguridad.
El juicio arrancó el 5 de noviembre con la elección del jurado, que se realizó durante tres jornadas con escenas poco habituales, como el temor de algunos candidatos a ser asesinados, o el hecho de que una persona fuese rechazada para ser miembro por pedir un autógrafo del Chapo .
Entre los integrantes del jurado, cuya edades oscilan entre 20 y 50 años, hay inmigrantes de Polonia, Etiopía y Asia, así como cuatro personas que hablan español -uno de los seis sustitutos también lo habla-, todos ellos aislados parcialmente y sometidos a fuertes medidas de seguridad, con orden del juez de no hablar del juicio.
El juez que preside el proceso en la corte federal de Brooklyn, Brian Cogan, decidió no tomarles juramento del cargo hasta mañana mismo, preocupado de que alguno pudiera arrepentirse de ser jurado ya que, si así ocurriese, necesita tiempo para elegir a otro miembro entre los seis suplentes.
Durante este juicio no se conocerá el nombre de los integrantes del jurado, dónde viven o trabajan, como parte de las extremas medidas de seguridad por el historial de violencia del Cartel de Sinaloa, que ha secuestrado, torturado y asesinado a quienes representaran una amenaza, de acuerdo con la acusación de la Fiscalía.
Este proceso se realiza entre severas medidas de seguridad, que han rodeado la vida del mexicano desde que fuera extraditado a este país en enero del 2017.
Nueva York será así escenario mañana de un gran despliegue de seguridad en el reinicio del juicio por narcotráfico contra el Chapo, considerado por el Gobierno de Estados Unidos como “extremadamente peligroso“.
Las medidas van desde las condiciones extremas de su encarcelamiento hasta su transporte a la corte, y se extienden más allá para proteger a los jurados y a los testigos de una posible venganza del presunto capo, del que las autoridades temen que use sicarios para secuestrar y asesinar a quienes se atrevan a hablar en su contra.
Sus abogados rechazan que su cliente represente una amenaza para testigos o jurados debido a las extremas medidas de seguridad en que se le mantiene, en una celda en solitario, y según uno de sus abogados, Eduardo Balarezo, ello hace imposible que pueda tener contacto con sus allegados socios del narcotráfico.
Fuente: EFE