El vino es una expresión humana, una intención y una forma de vida que reflejan la riqueza de la tierra y del clima, el colorido, las texturas, las sensaciones, los aromas y los sabores.
La vid necesita de un clima y de una tierra específicos, es decir, del “Terroir”, término francés usado para denotar las características especiales de la geografía, la geología y el clima de un determinado lugar.
La vid requiere de cierta cantidad de luz al día, de calor y de agua. Le gusta el clima templado en las zonas situadas entre los 30 y 50º de latitud norte y sur. El periodo de maduración debe ser suficientemente largo para que la fructificación de la uva se haga en buenas condiciones y el invierno lo bastante frío para obligar a la vid a reposar.
La amplitud térmica también denominada oscilación térmica, es la diferencia entre la temperatura más alta y la más baja registrada en un lugar, durante un determinado período de tiempo, que puede ser un día, un mes o un año. En el caso de la Vid, el clima y la temperatura ideales son aquellos que tienen características mediterráneas, es decir, amaneceres y anocheceres frescos e insolación importante en el día, así como estaciones bien diferenciadas.
La temperatura influye en el proceso de maduración de la planta y por ende, en las características de los vinos, en sus aromas y su acidez. Las temperaturas ideales para el desarrollo de la vid oscilan entre los 11° y los 18° C, aunque resiste incluso, de manera excepcional, los 45° C y los –15° C. También, es importante que la región ofrezca una marcada diferencia entre las temperaturas de verano y de invierno, e incluso, idealmente, del día y de la noche. El bajo volumen de lluvia y el alto grado de insolación, son ideales para que la planta esté estresada y proporcione mejores frutos.
El exceso de lluvia, puede propiciar múltiples enfermedades y proliferación de hongos y las granizadas, como en muchos cultivos, puede acabar con la producción.
Si existiese un clima ideal, incluiría la combinación perfecta de humedad y calor, ayudando a crecer los viñedos y a madurar las uvas. Además, las condiciones meteorológicas ideales deben prevalecer durante las diferentes etapas del ciclo de crecimiento de las uvas.
Es decir, con uvas sanas y en perfecta maduración podemos hacer un excelente vino y ello implica un invierno frío que inhiba el crecimiento, pudiendo así descansar el viñedo, con heladas para exterminar las infecciones, aunque no excesivas para no afectar al viñedo y con lluvia suficiente para tener reservas de humedad en la tierra.
Una primavera suave con leves lluvias para ayudar al crecimiento del viñedo, con un período de calma y templado durante el cual el viñedo florece, seguido de un verano caluroso y soleado con poca lluvia para así permitir madurar la fruta en ese momento en crecimiento y un final del verano y comienzo del otoño largo y seco para terminar de madurar la uva y para la vendimia.
Comunicóloga y Columnista en diversos medios, Consultora Enogastronómica y Sommeliere. Directora General de Pilar Meré, comunicación Integral Especializada: Wine, Food & Lifestyle. Directora Comercial y Editora de Estilo de Vida de la Revista Personae; certificada por el CIVB (Consejo Interprofesional de los Vinos de Bordeaux) Directora de Comunicación y Relaciones Públicas de la
Asociación Mexicana de Sommeliers, A.C. Conductora del podcast 'Sommeliers para llevar', del periódico Reforma, Conductora del segmento 'Charlando de Vino' los miércoles dentro del programa Qué tal Fernanda.