La vida está llena de música, prácticamente no hay ningún aspecto que quede exenta de ella. Sin embargo, quiénes si no los mexicanos, sabemos que también en la muerte hay melodía.
Y es que si la única certeza que tenemos, es que tarde o temprano la muerte llamará a nuestra puerta, siempre será mejor que nos agarre cantando y bailando.
Desde nuestros ancestros, la idea de musicalizar no sólo la vida, sino también la muerte, ha sido adoptada por lo más profundo de nuestra idiosincracia.
Por eso lo invito, querido lector, a recordar y honrar las vidas y legados de todos aquellos que hoy ya no están con nosotros, pero cuyos legados vivirán siempre que haya un alma para escucharlos.
No sólo hablo de aquellos que alguna vez practicaron nuestras creencias y tradiciones, sino cualquiera que haya sido parte del soundtrack de nuestra vida, para que hoy especialmente, se vuelvan a hacer presentes de tal forma.
Y vaya que este par de años nos han dado mucho material para recordar en este día…
Propongo que, como ejercicio del día, únicamente escuchemos la obra de aquellas leyendas que ya no existen en este plano; porque sin importar en dónde se encuentren, la mejor forma de darles vida nuevamente es a través de sus canciones, y esas estarán siempre con nosotros.
No importa el género, el idioma o hace cuánto hayan partido; lo crucial será celebrar lo que su vida nos dejó, hoy que la muerte los ha alejado.
Hagamos que este día sea también para ellos, más que por haber fallecido, por hacernos sentir más vivos con su música.
Como dice la frase de Andrés Henestrosa: “no me llores, porque si lloras yo peno; en cambio si tú cantas, yo siempre vivo y nunca muero”.
Al menos hasta que nos toque musicalizar nuestro viaje al “más allá”, celebremos que estamos vivos, y que tenemos la oportunidad de pasar un Día de Muertos más recordando a los que ya conocen lo que el futuro nos depara al resto.
Y usted, querido lector, ¿a quién escuchará este Día de Muertos?