Como nunca antes en nuestra generación, poco de lo que se exprese en las urnas estará marcado por la racionalidad o la argumentación lógica. El SPM no implica niveles diferentes de hormonas en la mujer, pero sí modificaciones en la forma de metabolizarlas. Igual ocurre en Estados Unidos: su sistema está en transformación; pero la sociedad no termina de comprender las razones.
Carlos Mota, “La menstruación de Estados Unidos”,
El Financiero 08-Nov.16.
¿Se entiende? No, pero hay niveles.
Todos decimos estupideces entre hombres y en privado, diría el misógino Presidente Electo de EU, Donald Trump. Sí, pero publicarlo en el mejor diario económico mexicano, semillero de genios periodísticos y leído por prácticamente todas las mujeres poderosas del país… eso es una estupidez que rebasa el yerro, es una ofensa que precisa de una urgente disculpa pública.
Cuando se me sale alguna machada pido perdón y me disculpo explicando que quizá vi demasiadas películas de Pedro Infante cuando niño… no había otra cosa en la tele. Es cierto y lo más importante es aceptar y ser consciente de que uno es un machazo cuando no tiene cuidado. Por genes, memes biohistóricos, costumbre, cultura y hasta por supervivencia… al menos hasta la década de los 80 había que ser muy macho. Los hombres mexicanos convivimos en la esclavizante y perene guerra del pene, compuesta con una sodomía verbal en forma de anfibologías. Limitamos nuestros gustos, sentimientos y deseos: la segunda víctima de nuestro machismo absurdo somos nosotros mismos. La primera, claro, las mujeres: si por guapas, si por raras, si por inteligentes, si por determinantes… para todo tenemos un peyorativo que las disloca de su voluntad y las expone dispuestas (aunque no lo estén) para los deseos del hombre: evito los ejemplos.
¿Gana el más macho pero culpa a un síndrome femenino?
Particularmente llama la atención lo desatinado del texto sujeto a un contexto donde la batalla de los sexos fue groseramente ventajosa para el peor misógino en la historia de los EU. También es importante notar que el Tío Sam es obviamente un viejito machín, todo esto me trae a la broma del asunto: lo que tenemos es claramente un caso de andropausia o síndrome del “Hombre Gruñón”, causado por un súbito desabasto de la hormona masculina en los hombres de edad y caracterizado por hipersensibilidad, ansiedad, frustración, rabietas… No acuso de ello a Carlos Mota aunque, por su edad, es bien probable y ciertamente es una mucho mejor analogía para la elección del pasado y negro martes (que, por cierto, nos recuerda el pasado martes negro: 9-11 y 11-9, es como del demonio).
Lamento mucho que el buen Carlos Mota, a quien también conozco y tampoco creo que sea el peor macho del mundo, siendo además un hombre tan educado, con su MBA Fullbright y todo… nos deja muy mal a todos. Por eso exijo que se disculpe y de antemano pido una disculpa por él y por todos los hombres necios que discrimináis a la mujer… ¡No manchen!, diría el otro.
Perro no come perro, pero: ¿Qué pasó con la mesa central del Financiero? ¿No leyeron la columna Manuel Arrollo, Enrique Quintana o Pablo Hiriart? Los conozco personalmente y tengo la impresión de que son caballeros impecables, pero y Alejandra César, Directora de Internet o Elizabeth Torres, Coordinadora de Operación Editorial, ¿será que no tienen voz ni voto?
El Financiero debería publicar una disculpa independientemente de lo que haga con Carlos Mota, la renovada y activa Conapred debería también emitir recomendaciones al respecto y las lectoras pueden, con todo respeto, si tienen tiempo y si quieren, evitar la espiral del silencio y quejarse públicamente. Ese diario tan valioso debería dejar la discriminación, abuso, cosificación e insulto para la prensa de menor formato: Gráfico y Metro.
Importante aclaración: no defiendo a las mujeres portando brillante armadura desde mi caballo blanco, no lo necesitan… Exijo la disculpa como lo haría en cualquier otro caso de abuso mediático y lo hago también para desmarcarme de la imbecilidad hipermasculina.
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