Hubo un día en que los hombres, ciertos hombres con dotes creativos, creyeron necesaria la composición poética en nombre de un ser divino responsable del vino e inspirador de la locura; los autores de la antigua Grecia producían composiciones en honor a Dioniso: ditirambos. En ellos se distingue, desde la academia, el origen del arte dramático occidental.
Por tanto, es posible identificar en el mismo la raíz del quehacer de ciertas mujeres dentro del género teatral que bajo tono fársico logra una crítica política y se nutre de la participación activa del público.
De origen francés, la palabra cabaret aparece en el diccionario de la Real Academia Española (DRAE) en su adaptación cabaré; como expresión artística, desde 2005, se vive semanalmente en Ciudad de México de mano de Las Reinas Chulas en el Teatro-Bar El Vicio, antes Teatro-Bar El Hábito, ubicado en el número 13 de la calle Madrid.
La posición de su humor resalta en el plano nacional de una comedia dominante que recurre, tradicionalmente, a la mofa y ridiculización de aquello que conforma la otredad; especializada en hacer uso de gags y chistes centrados en defectos físicos o características fuera de los esquemas de lo convencional. Frente a la brecha que con frecuencia se plantea entre las generaciones Y y Z con sus predecesoras, El Vicio participa de cercano a los parámetros éticos y morales de las primeras.
El valor de dicho espacio de la colonia Del Carmen, Coyoacán, aumenta en lo simbólico por su relación con el dramaturgo, poeta y ensayista mexicano Salvador Novo (1904-1974), quien adquirió el terreno en 1949, cuando la zona todavía no se encontraba urbanizada. Puesto que formaba parte de una exhacienda, conservaba una capilla que fue transformada por su nuevo propietario en teatro.
La relevancia de la figura se desprende de la maestría con la que supo dar uso a su capacidad creativa, pese al contexto histórico en que vivió siendo homosexual.
Así, se convirtió, en palabras de José Emilio Pacheco (1939-2014), en el “hombre que tuvo derecho de burlarse de todos nosotros porque siempre se burló de sí mismo”. Mirar de cerca las consecuencias de la Revolución mexicana y no rendirse ante la concepción de un mexicano caído (perdido, acabado…) es uno de los caminos que seguirá Salvador Novo.
Con su pluma, su posición y relaciones políticas encuentra los recovecos para hacerse escuchar; un día puede contar con el apoyo de un secretario de educación pública y al siguiente encontrarse al margen de la línea marcada por un partido, cuando la división entre exquisitos y nacionalistas era clara, como también lo fue la necesidad de reconstruir un concepto de identidad nacional, en el que partió de las vanguardias para asentar el Teatro Ulises -primer ejercicio de teatro experimental- y continuar su labor.
Las actrices Ana Francis Mor, Cecilia Sotres, Marisol Gasé y Nora Huerta conforman a Las Reinas Chulas, compañía de Teatro-Cabaret y asociación civil enfocada en la generación de cambios artísticos, culturales, políticos y sociales. En las actividades propias de lo primero, Gasé asegura que hablar de la violencia de género y del placer son dos de las aristas fundacionales.
“El cabaret es un género que lo que hace es agarrar la realidad y burlarse de ella; sumirla, dolerla, sentirla, enojarse con ella y evolucionar hacia algo de humor, hacia un chiste”, explica la también locutora, quien vivió su primer acercamiento a éste durante su formación como actriz en el Centro Universitario de Teatro (CUT) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde conoció a sus compañeras.
Cecilia y Nora se formaron en la misma casa de estudios, mientras que Ana Francis hizo lo propio en la escuela actoral de Ludwik Margules; sin embargo, gracias a la familiaridad entre ambos espacios el grupo comenzó a formarse.
El nombre fue adoptado en 1998, cuando el espacio publicitario de un periódico resultó insuficiente para la colación de los nombres completos, en el marco de una colaboración con Jesusa Rodríguez, directora de teatro, actriz y artista de performance ; y Liliana Felipe, compositora, pianista y cantante, quienes lideraban El Hábito -escenario que vio el regreso de artistas como Las Hermanas Águila y Chavela Vargas-, por lo que la solución se vio dada en el habitual apelativo que les daba el actor y empresario Tito Vasconcelos, con quien trabajaron con espectáculos como ‘Cabaret a trois’.
Consumada como dirigente del movimiento de la Resistencia Creativa en México y comúnmente llamada el Camaleón, la mención a Rodríguez implica el entendimiento de su versatilidad como intérprete teatral, que la han llevado a participar tanto en el teatro clásico como en el cabaret, hacer mezclas entre géneros y desplazar este tipo de espectáculos desde el elitismo cultural hacia la cultura popular con la exaltación de personajes como Frida Kahlo, la Malinche y Sor Juana Inés de la Cruz con la creación, dirección e interpretación de más de 300 espectáculos.
Su nacimiento dentro de los escenarios parateatrales coincide con el de figuras como Fernando Luján y Mauricio Herrera, resaltando en ella su liderazgo y prominencia en el ambiente desde la diversidad sexual. Partidaria entusiasta de la candidatura presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano para 1987, también se pronunció en favor de Andrés Manuel López Obrador durante las tres campañas presidenciales en la que ha participado.
Aristófanes y un teatro ambulante
De acuerdo con Sotres, también autora de Introducción al Cabaret (con albur), Aristófanes, importante autor de comedias en l a época clásica, es el ‘cabaretero griego’, pues su obra muestra los primeros indicios literarios del teatro cabaret con sus personajes terrenales, su crítica al poder, su exposición de los defectos, su transgresión y denuncia que no se limita a la clase política y señala la responsabilidad del pueblo, en torno a sus decisiones. De ahí que la actriz reconozca una introspección derivada de su creación.
En el imaginario medieval, la figura del juglar pende hacia dos extremos: se le margina, no tiene un espacio propio para presentarse y tampoco tiene la palabra escrita.
Por el otro, es el actor que va en busca del público, habla de lo ocurrido, de la tradición y contribuye a mantener la memoria colectiva.
Desde la mirada de Edmon Faral (1910), “un juglar es un ser múltiple: es un músico, un poeta, un actor, un saltimbanqui; es una suerte de encargado de los placeres de la corte del rey y del príncipe; un vagabundo que vaga por las calles y da espectáculo en los pueblos (…) es el autor o actor que da espectáculos en los días de fiestas…”, entonces, el quehacer del juglar iría secundado de una narración cautivadora, en la que como señala Pratice Pavis (1998), se producía el performer, haciendo uso de la primera persona al hablar en nombre propio y luego dar vida a otros personajes cambiando la voz.
Ese sutil juego de vaivén entre la presentación y la representación, entre el performer y el actor, del que también participan Las Reinas Chulas.
Para el caso particular de México el antecedente se encuentra en el género chico, la carpa y la revista mexicana, a principios del siglo XX, cuando el país se encontró inmerso en la opresión y el humor aparecía como medida auxiliar al estado anímico.
Entonces se forma una identidad mexicana del teatro con la integración de acontecimientos cotidianos desde una narrativa cómica y sarcástica, que enfrentó la censura a su crítica social.
Dentro de su desarrollo, este teatro ambulante adquirió la modalidad europea de presentar varias funciones al día continuando con la funcionalidad de medio de comunicación directo con el pueblo, en una época donde el analfabetismo hacía de este tipo de espectáculos la vía más adecuada.
Todo ello se remite a la importancia de la disposición del ánimo social y la influencia que una obra teatral que muestra lo ridículo y elementos que divierten puede tener. Se remite también al artificio de desfigurar para evadir la identificación, al uso de la máscara y la simulación.
Un nacimiento real
Tras la muerte de Novo, Jesusa Rodríguez (actual senadora del país) consigue, en 1984, la reapertura de La Capilla con sus espectáculos. En la siguiente década el espacio vive el surgimiento de la Sala Novo: restaurante, La Capilla como espacio dirigido a dar cabida a la ópera y teatro experimental, y el Teatro-Bar El Hábito como laboratorio encaminado a la sátira política.
“Jesusa Rodríguez prácticamente llegó un día al Cabaré-Tito y nos robó, le dijo a Tito: ‘Préstame a las muchachas, nada más quiero hacer un show’. Y ahí seguimos, 15 años después”, detalla Gasé sobre lo que considera un “parteaguas” en la vida de Las Reinas Chulas.
Ahonda y sostiene que ello implicó una formación filosófica y literaria como base de su proceso creativo:
“La formación de Tito, que es fantástica, es abrir el periódico… Él me llamaba y me preguntaba qué iba a hacer esa noche, me decía que comprara todos los periódicos que me encontrara y que llegara con un café a su casa. Al llegar ahí, nos sentábamos a escribir y estrenábamos a las 10 de la noche un showsazo. ¿Cómo?, pues con la inteligencia y la sabiduría de Tito Vasconcelos y 30 o 40 años de escena. Con Jesusa era: ‘Tomen su libro de Schopenhauer, me van a leer por favor estos 18 capítulos; 1984 de Orwell y nos vemos el viernes (…) Desde la locura y el delirio más idiota, frívolo, hasta las profundidades oceánicas, inabarcables del conocimiento de Jesusa. Esa bipolaridad escénica era grandiosa, para mí ese es el delirio máximo de un espectáculo: todo el conocimiento y todo el delirio y la banalidad mezclados para decir algo que te importa y que quieres para modificar el destino de tu vida”.
La mentoría de Rodríguez pasó de los escenarios al campo en 2003 con la invitación a trabajar en un proyecto del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) Oportunidades Empoderamientos Indígenas y Campesinos.
“Cuatro años, por todo el país. Jesusa nos llevó a conocer lo que era realmente este país en el ámbito indígena y de las mujeres. Ese es también el otro gran paréntesis que nos hizo: ver para dónde queríamos redirigir nuestro humor. A partir de conocer a estos líderes de sus comunidades, a estas mujeres de todos los estados y darnos cuenta de que ellas vivían, casi todas, con la misma problemática: el patriarcado, el machismo, las violaciones; la violencia sistemática que marcó toda su vida”, rememora Gasé, quien afirma haberse visto respaldada determinantemente por su abuela y su madre.
“Mi abuela iba a ser una de las primeras pintoras de San Carlos y mi bisabuelo la encontró dibujando un torso de hombre, la cacheteó y la encerró tres días y le dijo: ‘No vuelves a salir de aquí’. Y casi casi salió hasta que se casó, entonces ella dijo: ‘Yo no pude, pero tú sí’. Cuando le dije a mi papá que quería estudiar teatro y me dijo: ‘No, no mijita, no vas a estudiar teatro’. Mi abuela dijo: ‘Sí, sí va a estudiar teatro’”, recuerda.
Como conjunto esa experiencia territorial las inició en un trabajo ligado estrechamente al feminismo y les llevó a la comprensión del cabaret, desde la asunción de su cercanía con el dolor, la crítica, el humor y la risa.
Además, con la meta de generar nuevos proyectos donde éste fungiera como herramienta de cambio Las Reinas Chulas buscaron formalizar esta labor al conformar la asociación civil Teatro Cabaret Reinas Chulas. Una década después, en 2014, se constituye legalmente la asociación Reinas Chulas, Cabaret y Derechos Humanos.
Un testamento en la comedia
La ‘herencia’ del Teatro-Bar de Rodríguez y Felipe a las actrices y activistas, quienes en 2021 cumplen 16 años al frente de su administración, se da en 2005 cuando, en palabras de Gasé, “un día Jesusa y Liliana llegaron a decirnos: ‘Estamos agotadas, nos vamos un mes a Argentina, se quedan con el changarro. Ahí nos avisan cómo les va’. Y se fueron, y las cuatro nos quedamos (mueve la cabeza a los lados como buscando algo): ‘¿Me podría repetir la pregunta?’ Y se fueron”.
La actriz agrega que, pese a ello, la relación con Rodríguez se mantuvo y ésta siguió desempeñando su papel de guía bajo el llamado de la agrupación cuando creían haber ‘perdido el rumbo’ en alguno de sus shows, hasta que ello no fue necesario más.
El espacio teatral se ha distinguido por su recepción a expresiones de la resistencia cultural y escenario para sobresalientes personalidades como el cómico italiano Leo Bassi, la cabaretera Astrid Hadad, la cantante Lila Downs, la soprano Regina Orozco o el cantautor Albert Pla.
Contrario a las manifestaciones estridentes que se dan en la opinión pública en torno a la prevalencia de los sistemas culturales, por tanto contraria a propuestas alternativas de lo cómico o humorístico, el Teatro-Bar El Vicio no solo se ha visto definido por las mujeres a su cargo sino por el público que ha acompañado la evolución identitaria de un sitio que es presentado abiertamente con una dirección a la crítica social y la sátira política, desde una sensibilización a los sectores vulnerables, con una visión feminista y un respaldo a las identidades del colectivo LGBT+.
De ahí que entre sus muros se vivieran algunas ediciones de uno de los pocos cuartos violetas que han existido en CDMX, producto de una conversación al respecto de la carencia de este tipo de sitios y en la que Ana Francis propuso llevar a cabo la experiencia en El Vicio. En su puesta en marcha se contó con el servicio de taxistas rosas y la participación de invitadas como la cantante Ali Gua Gua y la actriz y conductora Fernanda Tapia.
De acuerdo con información pública, las cuatro Reinas Chulas han formado parte del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) hasta el sexenio pasado, siendo becarias al menos dos en cada administración. Actualmente Marisol Gasé es locutora titular de La Hora Nacional, programa de radio producido por la Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía de la Secretaría de Gobernación.
Si bien la comunidad artística contó con el sistema mencionado para encontrar eco a sus proyectos en los parámetros dictados desde la administración pública a partir de 1989, en abril de 2021 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Decreto por el que se ordena la extinción de los fideicomisos y mandatos públicos. Para que más adelante se detallara que hasta el 2024 el Fonca tiene comprometidos mil 362 millones de pesos (mdp).
“Yo creo que ese público que nos ha ido acompañando a través de los años ha crecido también con nosotras y ha entendido también lo que queremos. Porque el feminismo no es algo que entiendas y que defiendas de un día para otro, y lo sabemos”, dice Gasé, al tiempo que reflexiona en la “claridad” que ostentan como agrupación sobre su crítica, en la que “no te puedes burlar de la víctima” y desde el reconocimiento propio como “mujeres privilegiadas”; es decir, no hay cabida para un humor erigido en el escarnio hacia aquellos grupos identificados como minorías sociales.
Como ejemplo se encuentra su show Las Miserables, un espectáculo en el que realiza una exploración al poder y la desigualdad con el desarrollo narrativo de cuatro mujeres espías en tiempos de la Revolución Francesa, quienes descubren que no forman parte en La Carta Declaratoria Del Hombre y del Ciudadano. Este se encuentra grabado en TV UNAM desde 2017, cuando se presentaron en el Centro Cultural Universitario.
“Tenemos parámetros claros y si eres machín, un chiste machín, te van a bajar a aullidos y gritos”, agrega en torno a lo que considera humor inteligente; alejado de la misoginia y que acompañado del teatro “puede ser didáctico para ayudarte a entender algo que desconoces y te hace reír”, mientras que desde el proceso creativo permite abordar temáticas seleccionadas por su importancia para un abordaje distante del señalamiento acusatorio y próximo a la exposición para la formación crítica de una opinión.
A propósito de ello recuerda una anécdota protagonizada por Alejandro Marín, comediante de stand-up comúnmente conocido como ‘Ese Wey’: “Me pidió que lo dejara abrir El Vicio con su stand-up. Le dije: ‘Carnal, si vienes con un chiste machín, te van a bajar a chiflidos. ‘No, no… que no me echo ningún chiste machín’. ‘No traes política y acuérdate que este es un lugar político’. ‘No, no. Yo puedo, yo puedo’. Se trepa mi amado Alex y lo bajan a abucheadas”.
Así, con ayuda de Ana Francis, quien le ofreció una revisión a su show, Marín se presentó la siguiente semana con una curaduría diferente, tras los apuntes y el trabajo de mesa en torno a las implicaciones y el trasfondo de ciertos enunciados en su comedia; concientizando el verdadero significado de sus chistes para las mujeres. Realidad que dista del recurrente ‘linchamiento’ mediático cuando la fórmula de la comedia no resulta en gracia y parece insensible ante alguna opresión social.
Hoy, Marín reconoce a El Teatro-Bar El Vicio como el espacio en el que inició la presentación de sus monólogos y a Las Reinas Chulas como “tutoras” de su desarrollo en el género, donde ya cuenta con una década de trayectoria. En esta línea Tamara de Anda, conocida como Plaqueta e integrante de StandUperras, reconoce a ese escenario como un elemento fundamental en la carrera de su agrupación cómica. “En StandUp erras tenemos un lema : ‘Otra risa es posible'”, dice y agrega que dicho supuesto conlleva un compromiso de “tirar para arriba” y “no reforzar al sistema”.
Sumada a la naturaleza de su actividad humorística y la limitante de escenarios dirigidos al público objetivo, la agrupación carece de estatutos o manuales referentes a las particularidades accionarias en conjunto.
Tanto para ella como para Las Reinas Chulas, la realidad supone un reto para su subsistencia, pues cuando se habla del crecimiento del público se refiere más al aspecto evolutivo que de volumen, pues el ‘humor con conciencia’ arrastra una falsa idea de censura inevitable, como reflexionan Marin y de Anda, y por ende una impopularidad, incluso para quienes se dedican a ello profesionalmente.
“Somos muy distintas, incluso ahorita tenemos diferencias políticas fuertísimas que tenemos que enfatizar sí o sí en la escena, pero discutimos… como locas. Discutimos mucho y la regla es que nunca nos vamos a censurar, pero todas tenemos el derecho de poner nuestro punto y dialogamos porque tal vez no nos gustaría que en la obra en la que participemos se presentara tal cual lo enuncia la otra”, dice Gasé en torno al reto de crear en conjunto cuando las visiones políticas se contraponen, como han dejado ver públicamente Huerta y ella, luego de haber sido ambas partidarias abiertas del presidente López Obrador.
El show puede continuar
Desde el 16 de marzo de 2020, con el inicio del confinamiento por la pandemia de COVID-19, El Vicio vio interrumpido su actividad usual para dar paso a la modalidad en línea con el ‘cabarezoom’, espectáculos en vivo trasmitidos por medio de Zoom con un donativo voluntario a partir de los 100 pesos.
En abril, las Reinas Chulas cerraron el mes con el anuncio, por medio de una videoconferencia, de la reapertura de su Vicio, luego de un año en el que realizaron once espectáculos, cuando el promedio anterior rondaba los tres anuales.
La aparente soledad y lejanía que pudo implicar un espectáculo de cabaret proyectado en computadora, reduciendo al público a un punto verde y sus aplausos o expresiones a manifestaciones mudas, fue eclipsada en la parte final de sus espectáculos, cuando público y actrices abrían cámaras y micrófonos para interactuar al estilo de El Teatro-Bar El Vicio.
Las alternancias políticas surgen y sus posiciones cambian fuera de los escenarios, pero parafraseando, otra vez, a Novo, “Las Reinas Chulas han vuelto. Son las mismas”. Por su parte, el número 13 de la calle Madrid permanece en pie con sus butacas y escenario, dueño de un pasado plagado de historias y de un presente vivo por y para el cabaret.
*Este trabajo fue elaborado en el marco del Programa Prensa y Democracia (Prende), de especialización en Subversión Cultural y Narrativas Queer, de la Universidad Iberoamericana, con el apoyo del Proyecto de investigación “Narrativas, Periodismo y Regímenes discursivos de la Cultura”. Se publica simultáneamente en perrocronico.com