La temporalidad y vigencia de esta columna, al menos en la primera parte, es corta al estar describiendo un fenómeno y sus efectos que se desarrollan mientras lees cada palabra y pasan las horas; la segunda parte, y que se podrán ver los resultados al finalizar esta semana, serán las consecuencias de haber tomado buenas decisiones en la gestión del riesgo de desastres por ciclones tropicales.
A principios de mes, se advirtió de una zona de sospecha en el Caribe (en las Antillas menores) por una fuerte onda tropical que tenía alta probabilidad de convertirse en ciclón tropical. Los pronósticos se cumplieron y el día 7 de agosto se formó la tormenta tropical “Franklin” siguiendo la trayectoria que muchos modelos señalaron y que marcaban un definitivo trayecto hacia la Península de Yucatán.
“Franklin” dejó sentir sus efectos en la Península de Yucatán con lluvias torrenciales y vientos cercanos a huracán de 95 km/h. Hasta ahora, las consecuencias más importantes han sido inundaciones en vialidades y hogares que, aunque afecta las propiedades de las personas, no ha cobrado la vida de habitantes de Quintana Roo, Yucatán y Campeche.
En estos momentos (miércoles 9) “Franklin” se encuentra en el Golfo de México intensificándose y enfilándose hacia las costas de Veracruz donde tocará tierra durante las últimas horas de este miércoles y primeras horas del jueves teniendo en su paso las zonas de montaña de Puebla, Hidalgo, Veracruz y probablemente con afectaciones en Tlaxcala, Estado de México y Ciudad de México.
La intensificación de “Franklin” se debe a que las aguas del Golfo de México son el lugar ideal para que un ciclón tropical se intensifique al tener una temperatura promedio de la superficie entre 30 °C y 31 °C; esto significa que es el combustible perfecto para que un ciclón tropical como “Franklin” permita la intensificación a huracán antes de tocar tierra además de que los vientos en altura son mínimos.
“Franklin” tocará tierra dejando todos los efectos que se esperan de un ciclón tropical: lluvias torrenciales, marea de tormenta, fuertes vientos con rachas superiores. Una vez en territorio continental, inmediatamente el ciclón comenzará a debilitarse al ya no tener el combustible que le proporciona las cálidas aguas del Golfo de México y por las montañas de Veracruz que limitará su circulación como una gran barrera contra huracanes.
Se tiene la noción que las costas siempre son las más afectadas por las tormentas o huracanes, pero no siempre es así y menos en México por las condiciones orográficas, especialmente en la región donde se espera que tenga impacto.
Aunque el ciclón se degrade a depresión tropical o incluso una baja remanente -que implica la disminución de la intensidad de los vientos-, el principal peligro al que estaremos expuestos son las lluvias. Modelos de pronóstico de lluvias acumuladas señalan que Veracruz, norte de Puebla e Hidalgo y San Luis Potosí, tendrán lluvias torrenciales con grandes acumulados en pocas horas; esto se traduce a la probabilidad del desbordamiento de ríos, arroyos y todo tipo de cauce, sobre todo, al reblandecimiento de tierra en zonas de laderas que pueden generar inestabilidad y colapsar.
Es justo aquí donde todo un sistema de Protección Civil (gobierno + sociedad) será puesto a prueba pues justamente el año pasado se registraron más de 50 muertos por los efectos de “Earl” ya como una baja remanente, ni siquiera como una depresión tropical.
Luego de un largo trayecto por el Caribe y después de haber cruzado la Península de Yucatán como huracán, “Earl” emergió en el Golfo de México hasta tocar tierra en la zona centro – sur de Veracruz y así disiparse al encontrarse con las montañas de la Sierra Madre Oriental. Varias zonas de Veracruz y Puebla (principalmente) registraron una precipitación de 265 mm en menos de 24 horas, es decir, en un solo día llovió el promedio de lo que llueve en todo un mes.
Muchos de estos habitantes no fueron evacuados y desconocían el riesgo de vivir cerca de ríos o en laderas con tendencia a ser inestables con lluvias extraordinarias. Esta tragedia puedo haberse evitado con una simple y ordenada evacuación de comunidades que viven en las laderas y cerca de ríos que aumentan su caudal de forma rápida y considerable.
Hay tiempo suficiente para aplicar todos los planes preventivos a nivel estatal y municipal, hay tiempo suficiente para evacuar a aquellas personas que viven cerca de ríos y al pie de las montañas que son usadas con mayor frecuencia para uso agrícola o habitacional.
México, al ser un país que vive constantemente los embates de los peligros naturales, debería estar siempre preparado, consciente de lo vulnerable que somos e informados del riesgo en el que vivimos. Debemos aprender de los errores que han sucedido en el pasado (sobre todo siento tan recientes) y dejar de analizar por qué ocurrió un desastre otra vez.
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Nacido en Guadalajara, Jalisco en 1983.
Aficionado y estudioso de las Ciencias de la Tierra, en especial de la Geología y Meteorología desde 1995.
En 2012 comenzó a revolucionar la forma de dar a conocer los fenómenos naturales desde las redes sociales de 'SkyAlert', logrando posicionar el Twitter de esa empresa como el líder en todo el mundo en materia sísmica y volcánica en Español.
Colaborador desde 2010 en el noticiero de Radio 'Coup D Etat' RMX de Grupo Imagen.
Fundador de empresas como Retuit (2012) y Disappster (2013). Debutante columnista en el portal de Fernanda Familiar en 2014.