Esteban Santiago, ciudadano norteamericano de 26 años, fue a las oficinas del FBI local en Anchorage, Alaska en Noviembre y entregó su pistola, explicando que oía voces y que su mente estaba siendo controlada por la CIA, temía cometer un desacierto. Se le evaluó y se le internó cinco días. Dos meses después, el 6 de enero de este año, Esteban Santiago sacó la misma pistola qué había entregado en Alaska, ahora en el aeropuerto de Fort Lauterdale matando a 5 personas e hiriendo a 6 más. Es evidente que los responsables fueron aquellos que no escucharon el dolor mental de Esteban Santiago y no lo pudieron ayudar.
La semana pasada leí en el periódico Milenio que el chico que disparó en la escuela de Monterrey y luego se suicidó no tenía problemas, era un niño normal y no era víctima del “Bullying”. Se le había detectado un cuadro depresivo y se le había dado seguimiento y ya. Se culpa a las redes sociales virtuales de ser promotoras de dicha violencia, específicamente se responsabiliza a una página de Facebook llamada “Legion Holk”. ¡Qué maravilla! ¡Qué consuelo! Eso significa que si controlamos este tipo de páginas ya no habrá adolescentes con deseos suicidas y homicidas. Qué bien, porque eso quiere decir que a mí no me va a pasar, pues mis hijos nunca se meten a esas páginas.
Falso.
Estás matanzas son resultado de un problema de salud mental y deben ser evaluadas como tal y tratadas como tal, y tendría que haber mucha más influencia de los psicólogos, psicoanalistas y psiquiatras en la realización de las políticas públicas de este país para prevenir este tipo de desgracias.
Sabemos que los problemas de salud mental son multifactoriales – generados por múltiples factores- pero lo que sí puedo asegurar como un factor determinante, sin temor a equivocarme, es que se gestan en el hogar en etapas muy tempranas y cruciales para el desarrollo de un infante. Por supuesto que influyen los problemas sociales, económicos y educativos, pero la relación del infante con los padres en la primera infancia es lo fundamental.
Evidentemente, si estos padres a su vez traen problemas psicológicos importantes la tendencia será a no poder darle a sus hijos el cariño y los límites que se requieren; la mirada, la existencia… pero también la estructura y las reglas. Los problemas van permeando generación tras generación, de alguna forma se “heredan”. Lo que no resuelven los padres no podrán resolver los hijos. La intervención debe hacerse en ambas generaciones.
El internet ha sido vilipendiado y culpado en esta última década de absolutamente todo, y desde luego que sabemos que da salida a la patología de niños, adolescentes y adultos con problemas psicológicos, quienes ahora encuentran un foro de expresión en el que se encuentran con otras personas similares (en el mejor de los casos), o con perversos que los explotan y se aprovechan de la vulnerabilidad de sus pocos años y de su poca experiencia.
Sin embargo lo cierto es que los responsables son los padres, los especialistas en salud mental que atendieron a este chico y la escuela. Nadie puso atención. Nadie alertó del riesgo.
Para algunos psicoanalistas franceses la violencia en el joven adolescente es un modo de forzar al medio y de declararse existente a través de una transformación de este, en un lugar en el que él se supone sin lugar. Consideran la violencia como un mecanismo primario de autodefensa de un sujeto que se siente amenazado en sus límites y en lo que constituye según él, el fundamento de su identidad, o sea, de su existencia.
Por otro lado, las violencias ocultas manifiestan el desprecio, la ausencia de toda consideración por lo que piensa, siente, desea el otro. Esto equivale a negar al otro como sujeto, lo que también es muy grave.
No me puedo ni imaginar el dolor, el aislamiento y el sufrimiento de este niño, quien termina acabando con su propia vida. Todo lo que quiso decir y no pudo mas que expresar de esta forma tan destructiva…
Lo más importante que hacemos en nuestra vida es nuestra labor como padres, nada es tan importante, ni el dinero, ni nuestro trabajo, nada. Ojalá nos quedemos pensando en eso.
Psicoanalista y psicoterapeuta de adolescentes y adultos. Docente de posgrado y ex coordinadora del Doctorado de la Asociación Psicoanalítica Mexicana, por su interés en la investigación en temas relacionados al psicoanálisis. Autora de diversos escritos tanto académicos como de divulgación y dos libros: 'Mitos del Diván' y 'La compulsión de repetición: La transferencia como derivado de la pulsión de muerte en la obra de Freud.'
Coautora del libro "Misión imposible: cómo comunicarse con los adolescentes" junto con Martha Páramo Riestra de Editorial Grijalbo 2015