El suicidio y la violencia en el adolescente: La serie “13 Reason Why”

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La serie “13 reasons why” basada en un libro escrito por Jay Ascher, ha resultado ser un fenómeno casi de histeria colectiva que ha generado en muchos adolescentes y en sus padres incertidumbre, curiosidad, morbo y miedo. En ultima instancia la serie parece ser una herramienta retórica que permite hablar de los temas que casi nunca tocamos con nuestros hijos.

En México más de la mitad de los adolescentes confiesan estar tristes y creer que su vida es un fracaso, mientras que 13.3 por ciento han intentado suicidarse. Son más chicas las que lo intentan, pero más chicos lo logran pues sus formas son más radicales y violentas (ahorcamiento o armas de fuego).

Moises Laufer en su libro “El Adolescente suicida” habla de ciertas señales de suicido en los hijos que pueden ser tomadas en cuenta por los padres, como por ejemplo esos chicos que no “se ven”, que no se proyectan al futuro y por lo tanto regresan a formas infantiles de interacción, replegándose y aislándose. Otros son los adolescentes de comportamientos rígidos y autodemantantes, y/o chicos que son hipersensibles a los estímulos externos (como es el caso de Hanna Baker, la protagonista de la serie), y a los que se les dificulta distinguir el mundo interno de la realidad externa. Se espera siempre que a estas edades los amigos sean más importantes que los padres. Si esto no es así será importante poner especial atención. Igual cuando abandonan su aspecto físico, están sin ganas de hacer nada, y parecen siempre aburridos.

Lo que los invade es la sensación de desesperanza, de un desborde emocional sin contención externa.. el odio hacia uno mismo, o hacia ese cuerpo que cambia sin su anuencia y sin piedad. Si los padres no castigan y piden reparación por los perjuicios que han generado los hijos (sacar el coche sin permiso y chocarlo, robar algo de dinero de la cartera del padre, etc.)  los sentimientos de culpa se vuelven intolerables y el chico tiende a castigarse solo. Por eso la presencia de los padres es importante, padres adultos, con límites, aquellos que faltaron en la serie que hoy nos convoca.

Cito a la psicoanalista Beatriz Janin “Vaciamiento de pensamientos, de sentimientos, “vacío” del que dan prueba las patologías que predominan actualmente. Exceso de dolor sin procesamiento, sin nadie que contenga y calme.”

Soledad, vacío, incomprensión. Son vivencias Abrumantes, que generan el deseo de no sentir, o sentir algo, aunque sea dolor. Uno piensa que no tiene nada en común con los demás, que está verdaderamente solo, y a veces desea una fuga que parezca asemejar al dulce dormir, pero que por otro lado “incomoda a todos.”

Sabemos que causas hay muchas: La deprivación en la calidad de vida familiar, problemas de salud, divorcio, adicciones… Lo cierto es que el problema viene de atrás, no hay adolescente que exista por generación espontánea (aunque a veces así parezca). Dice Luis Kancyper “Lo que se silencia en la infancia suele manifestarse a gritos en la adolescencia.” Los problemas se gestan en la niñez, en el ámbito familiar, inclusive dice la psicoanalista Francoise Doltó que influye el  deseo de muerte que los padres tuvieron con respecto al hijo, como  fantasías preconceptivas, el hijo que no fue abortado, por ejemplo, y que ahora debe sobrevivir al dictum parental, es decir, la fantasía inconsciente de los padres.

Lo cierto es que sí es contagioso, inclusive por influencia literaria o cinematográfica; hay investigaciones que aseguran que después del suicidio de una celebridad incrementan los números de suicidios adolescentes mediante la misma mecánica. Cuando muere un compañero de clase hay que hacer intervención en las escuelas. El deseo suicida no se genera por la serie, ni por una celebridad que lo logre, pero si ya hay ideación suicida en el joven, dicho evento puede detonarlo por imitación, o por identificación histérica como decimos los psicoanalistas.

¿La prevención?: Nombrar la muerte. Para el adulto la muerte es algo que no se puede nombrar, como la sexualidad, pero es menester hablar con los jóvenes y que sepan que es un pensamiento común entre los adolescentes pues dicen por ahí que adolescente que no escriba poesía o no piense en suicidio no es adolescente. Sin embargo el suicidio no deja de ser una solución definitiva a un problema temporal. La muerte es definitiva y los que quedamos vivos no lo elaboraremos nunca, el suicidio destruye toda posibilidad de vida en los padres que sobreviven.

La confusión que el  adolescente tiene entre la realidad externa y la interna forma parte de su crisis identitaria y de las transformaciones en las funciones del yo. Solemos encontrar procesos melancólicos en los que el chico o la chica se identifica con lo que los de afuera, los otros, transmiten acerca de ellos (quienes a su vez están proyectando sus propios miedos). De esta forma si alguien le dice a un adolescente “eres un tonto y un inútil, no vales nada” este chico tenderá a identificarse con eso y creérselo cual si fuera cierto, sintiéndose poco valioso y “desechable”.  Estos son los procesos que generan el deseo suicida: Si no valgo nada, si mis deseos sexuales son inapropiados, si lo único que hago es generar problemas en mi familia, si mantenerme resulta tan oneroso, si nadie nunca me va a querer y todos siempre me van a maltratar ¿por qué no quitarme la vida? Mato lo malo en mí: lo inservible, lo grotesco, lo rechazable.

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Este no es el funcionamiento de Hanna Baker. Ella tiene muy claro quienes son los culpables de sus desavenencias. Todos por igual, tanto el que la viola como el que no tuvo el valor de declárale su amor son responsables de su malestar. Ella no se identifica con lo que dicen de ella sino que logra señalar a 13 culpables de su desgracia. Yo hubiera esperado que mejor sacara un rifle y los asesinara a todos, o un arco y una flecha como lo hizo Kevin. Pero no, se mata a sí misma y culpa a los demás de esa muerte. Qué sadismo ¿no? Más que víctima parece una victimaria.

Y eso me hace pensar en el concepto de “inocencia violenta” que acuña el psicoanalista Christopher Bollas, en la que el sujeto, en este caso Hanna,  hace una desmentida de la percepción que le comunica al otro.

Actúa de forma persistentemente provocadora, alegando absoluta inocencia de su provocación y procediendo a acusar a otros de su perturbación. Así es como logra instar en Clay, el protagonista masculino (y el que más cambia a lo largo de la serie), una posición de frustración y aislamiento, de incomprensión, al no reconocer ella, Hanna, sus propias acciones. Así, al estarse besando, ella le espeta “¡Vete de aquí!” y cuando el confundido pero obediente Clay se va, se convierte ipso facto en un abandonador.

Dice el Dr. Christopher Bollas “El inocente violento patrocina una confusión afectiva e idéntica en el otro y tras ello desconoce todo saber al respecto: en esto reside la verdadera violación. El receptor (en este caso Clay) es instado a sumergirse en una intensa soledad, donde los sentimientos, pensamientos y verbalizaciones potenciales no tienen recepción.”

Otro de los aspectos masoquistas de la personalidad de Hanna es la tendencia a colocarse en situaciones de riesgo. Ella es la que juega a los besitos con su amiga sabiendo que había un fotógrafo afuera de su casa tomándole fotos, y no toma la precaución de cerrar la cortina. Ella misma va y se mete a la casa del violador, se desviste, se mete al Jacuzzi con él y le da la espalda, desprotegiéndose.  Atención, no estoy implicando que eso le haya dado derecho a él a violarla, de ninguna manera. Pero sí pongo de manifiesto que Caperucita Roja le estuvo coqueteando mucho al lobo feroz (O como dicen en mi pueblo, le estuvo tocando los huevos al tigre).

Aquí podemos claramente ver los aspectos narcisistas de Hanna quien tiende a ponerse en lugares que la puedan coronar como la reina de todas las víctimas, la víctima estelar, la protagónica. Más allá de la compulsión de repetición, pareciera un reto a ver cuántos maltratadores logra encontrar en su camino, o generar. Hasta al consejero escolar pone a prueba, prueba que, pareciera que en la mente de Hanna, él estaba destinado a reprobar de antemano.

Eso es lo que cae mal de este personaje. Es una chica hipersensible, reactiva, narcisista y resentida, pero no sabemos más, no sabemos por qué, puesto que es un personaje no historizado y la serie no nos da indicios de  cómo llegó a estar tan mal. Eso nos dificulta entenderla ya sea como heroína o como antihéroe.

Incluso a nosotros los espectadores adultos nos convierte en mirones juiciosos, críticos y morbosos, mientras que a los espectadores más jóvenes y vulnerables les despierta sus tendencias sádicas que desean tomar venganza sobre todos aquellos que a su corta edad los han tratado mal. La fantasía se despierta: si pudiera vengarme de la chica que me rechazó ¿qué le haría?

Y aquí es donde el adulto puede contener ese resentimiento adolescente. El joven carece de la noción de mortandad como un proceso verdaderamente infinito e irreversible, por ello es más fácil imaginar las reacciones que podrían tener los demás ante su muerte, y ello lo hace más susceptibles la ideación suicida como una fantasía: ¿Me extrañarían y se arrepentirían por haberme tratado mal? La muerte es para siempre, concepto que los más chicos aún no tienen claro, de la muerte no se regresa, y no podrás ver desde arriba quiénes te lloran en el funeral, quiénes se arrepienten de haberte tratado mal.  La serie desmiente esta realidad cuando pone la voz de Hanna en off continuamente, además que ella regresará la siguiente temporada. En el libro no queda claro si muere, pero en la serie Hanna tiene una presencia continua que enaltece su muerte.

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Es claro que la serie es violenta, nos violenta a todos. El psicoanalista francés Phillip Jeammet  desarrolla la tesis de que en el adolescente existe una relación dialéctica entre la violencia y la inseguridad interna. Debido a que el adolescente, de suyo, es vulnerable y se siente amenazado en sus límites internos y su identidad, hay un aumento de la dependencia de la realidad perceptible externa pues es el medio que tiene el chico para obtener seguridad, debido a la falta de recursos internos. Así, mientras más afectado y endeble se encuentre el yo del joven, más tenderá a a defender su yo a través de conductas de dominio sobre el otro.

Citó a Beatriz Janin: “La violencia puede ser pensada como un recurso, generalmente autodestructivo, al que muchos adolescentes apelan frente al terror de verse desdibujados en un mundo en el que se suponen sin lugar. Sería un modo de forzar al medio, de declararse existente a través de la transformación del medio.”

Lo cierto es que la violencia menos tangible pero más importante es la que se encuentra en el proceso de desubjetivación, de negación del sujeto, de sus raíces, sus deseos y aspiraciones. Esto significa convertir al otro en COSA, matarlo como sujeto. (Recordemos que el abuso sexual ES una cosificación, en el caso de 13 reasons why implica sobretodo a la cosificación de la mujer.)

En ideas de Kancyper, proyectar sobre nuestros hijos nuestros propios ideales narcisistas implica convertir al chico en un Golem sin sexualidad ni inteligencia, a merced del otro. Y de este tipo de violencia somos culpables no sólo los otros chicos de la edad, sino también los adultos. Profesores, consejeros y padres tendemos a negar la vida interna, intima y personal del chico adolescente por las amenazas que nos genera pensar que esa “creación” marmórea que hemos visualizado a nuestra imagen y semejanza, ha tomado vida propia, como la estatua Galatea en manos del escultor Pigmalion, una vida interna que nos es ajena y que manifiesta los dos deseos que nos han sido vetados: los de muerte y los sexuales, pues como bien sabemos son estos deseos edípicos los que se reactualizan con el devenir pubertario, y los que más nos amenazan como adultos.

Lo cierto es que la serie no da importancia a poder recurrir a un adulto y confiar en él. Cuando no están ausentes, aparecen en la serie como figuras en crisis, tambaleantes, a los qué hay que cuidar y sostener, o metidos en sí mismos y en sus problemas. Los padres de Hanna buscan culpables y pretenden demandar a la escuela para no ser en lo más mínimo responsables de la muerte de su hija, para no tener que mirarse a sí mismos. Y así lo he sentido con los padres que han visto la serie y se asustan: Se meten intrusivamente en la vida privada de sus hijos para no ver lo que sucede al interior, en ellos como individuos, como pareja, luego entonces como familia.

Rosine Cremieux  plantea que “uno de los elementos constitutivos del psiquismo es la esperanza de poder obtener ayuda externa. ¿qué efecto de desfallecimiento psíquico puede acarrear el que no haya esperanzas a nivel colectivo y que el mundo externo aparezca como peligroso?” El efecto más notorio y dañino es LA DESESPERANZA.

Y termino con una cita de Piera Aulagnier quien afirma “ si el futuro es ilusorio, lo que es indudable, el discurso de los otros debe ofrecer en contraposición la seguridad no ilusoria de un derecho de mirada y de un derecho de palabra sobre un devenir que el yo reivindica como propio; sólo a ese precio la psique podrá valorizar aquello de lo que ‘por naturaleza’ tiende a huir: el cambio”.

Y remata Beatriz Janin diciendo que el temor al futuro deja a los adolescentes en una dependencia sin salida.

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Psicoanalista y psicoterapeuta de adolescentes y adultos. Docente de posgrado y ex coordinadora del Doctorado de la Asociación Psicoanalí­tica Mexicana, por su interés en la investigación en temas relacionados al psicoanálisis. Autora de diversos escritos tanto académicos como de divulgación y dos libros: 'Mitos del Diván' y 'La compulsión de repetición: La transferencia como derivado de la pulsión de muerte en la obra de Freud.'

Coautora del libro "Misión imposible: cómo comunicarse con los adolescentes" junto con Martha Páramo Riestra de Editorial Grijalbo 2015