#MeToo en la insignificancia de Twitter

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Los últimos 15 años de mi vida han estado dedicados a medios digitales, he trabajado creando estrategias para marcas globales, personalidades públicas, empresas y negocios locales.

A eso agrego 12 años de trabajo en radio y, además, una formación educativa enfocada a la evolución social. A veces siento que esa experiencia me permite hablar con soltura de algunos temas, como el #MeTooMusicosMexicanos.

1. “Las benditas redes sociales”

Ni tan benditas, ni tan sociales. En México, la cantidad de usuarios por red social es tan dispar, que no se puede hacer una comparación con el uso que se hace en Estados Unidos. Así, en nuestro país, durante enero de este año, Facebook llegaba a los 85 millones de usuarios, mientras Twitter solo llegaba a 7.22 millones.

La relevancia actual que ha obtenido Twitter, en definitiva, ha sido por la facilidad que dio a los usuarios –muchos de ellos en medios de comunicación– para incrustar sus contenidos y la facilidad de limpiar el “ruido” cuando se realiza una búsqueda avanzada.

Aunque Facebook se encuentra librando sus propias batallas, como la difusión en vivo del video del ataque en Nueva Zelanda, no le ha quedado más opción que ir regulando la “libertad” de los usuarios debido a que, a pesar de todo, su modelo de negocio es exitoso en todos los sentidos. Pero hoy, Facebook no es el tema.

2. La responsabilidad de la empresa

Hay estudios que demuestran que Netflix y Spotify han logrado lo que muy pocas: sus usuarios han dejado de considerarlos como el pago de un servicio premium. Es más, algunos ya ni tienen en mente que podrían prescindir de ellos. Eso es un éxito.

Twitter también es una empresa. Su modelo de negocio está basado en anuncios, tweets patrocinados, pero, ante todo, consiste en que los usuarios estén en su plataforma. Sin usuarios… no hay quien vea los anuncios. Simple.

Para quienes tienen más de 35 años, recordarán que cuando nació Twitter era considerada una plataforma de microblogging. Ya en el camino, y con muchas innovaciones, se fue convirtiendo en la red social que es hoy… y con todas las implicaciones de transparencia que eso provoca.

A mediados del 2018, Twitter publicó su plataforma Ads Transparency Center, en la cual se pueden identificar a los anunciantes que hacen uso de la red social. En temas políticos, cuentan con una herramienta extra que permite localizar a los anunciantes que pagan tweets con mensajes políticos relevantes o promueven a algún candidato… esto último, solo en Estados Unidos.

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¿Debería tener más responsabilidad la empresa Twitter respecto a lo que sucede en su plataforma? Sí. Absolutamente. ¿Cuánta? Ahí el dilema.

Lo cierto es que hubiera sido muy favorable un posicionamiento local de la empresa ante la magnitud mediática de la tragedia (y hablo de la tragedia en el sentido más amplio).

3.#MeTooInternet

En el 2018, el periódico El País publicó una nota acerca del caso del abogado mexicano Ulrich Richter. Versión corta de la historia: un usuario creó un perfil falso de autor en Blogger (la plataforma para albergar blogs de Google) y realizó una serie de publicaciones en las que vinculaba a la personalidad pública con actividades ilícitas.

El artículo al que hago referencia iniciaba con una frase tipo “¿Quieres saber qué dicen de ti? Búscate en Google”.

Hoy bastaría con googlear a Armando Vega Gil, quien fuera bajista de la agrupación Botellita de Jerez, para ver los que se muestra durante las primeras 13 páginas de resultados.

Por otra parte, en redes sociales, quedará en nuestra historia mexicana el uso excesivo de los llamados “peñabots. Era el 2014 y surgió de forma orgánica el #YaMeCanse después de una conferencia de prensa que había dado quien fuera el Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam.

Comenzó el uso orgánico de Twitter contra la maquinaria de bots para sepultar con contenido la idea original de reclamo social. Los usuarios reales se vieron obligados a incluir un número que cambiara el hashtag para que los tweets pudieran ser localizados y crear trending topics.

Así llego #YaMeCanse2, #YaMeCanse3 y así hasta el 9. En esa ocasión, quedó clara la fuerza de los bots.

En el caso de los usuarios o usuarias detrás de la cuenta @metoomusicamx, tomaron la decisión de publicar denuncias anónimas. Su argumento es que realizan una investigación antes de que sean publicadas en un tweet.

Se entiende, por todos los sentidos, que los espacios de reclamo social son insuficientes en nuestro país. Lo que no debe permitirse es crear la expectativa de que el anonimato que hasta hoy permite Twitter puede ser suficiente para validar un tweet.

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4. Fin

Existe un error de narrativa en el #MeToo a la mexicana, pero ¡carajo! Claro que entiendo por qué es. Se argumenta que en Estados Unidos se usó con nombres y apellidos de las mujeres víctimas de acoso. Y sabemos bien que en nuestro país, ese es uno de nuestros grandes problemas sociales.

También sabemos que en algunas zonas de nuestro país, estos temas aún ni siquiera son tomados con la gravedad que amerita. Pero es un hecho que mucho ayudaría a retomar la condición noble de las o los administradores de la cuenta @metoomusicamx dar un paso al frente, mostrar las opciones legales (si es que hay) a las víctimas e iniciar un proceso que salga de Twitter.

Claramente es un riesgo, pero de otra forma con el impacto mediático de lo acontecido, se agita el avispero para que tengan un notable aumento de followers, podrían ser bots o podría ser un fulano de 40 años intentando hacerse pasar por una víctima.

Aun así, hay usuarios que creen que todo lo que está en Twitter es verdad y que todos los mexicanos tienen cuenta en esta red social (esto último es real, me lo han confesado varios clientes en mi agencia). No debemos caer en la paradoja de la serpiente que comienza a comerse su cola.

En mi opinión, hoy hay más víctimas acerca de un caso que pudo haber puesto a prueba a nuestras leyes. Es triste en todos los sentidos.

“We do not really understand how to live in cyberspace yet (…) The way we live in cyberspace is a funhouse mirror of the way we live in the real world. We take both our advantages and our troubles with us”, Bruce Sterling, The Hacker Crackdown, 1992.

“Realmente, aún no entendemos como vivir en el ciberespacio (…) La forma en la que vivimos en el ciberespacio es un espejo de la forma en la que vivimos en el mundo real. Llevamos con nosotros nuestra virtudes y nuestros problemas”, Bruce Sterling, The Hacker Crackdown, 1992.

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