-“Buenos días, ¿lo puedo ayudar en algo?”, pregunta Marisa con una enorme sonrisa al caballero de traje y portafolio de piel.
-“Busco el despacho jurídico <>”, le contesta.
Marisa le solicita amablemente una identificación, para otorgarle el pase de acceso y en seguida le indica el piso y ascensor que debe tomar. No sin antes ofrecerle otra sonrisa de oreja a oreja.
Marisa gira su silla y le da instrucciones a su nueva compañera de trabajo:
-“Así es como debes atender a todas las personas que te pidan informes. Si aún no recuerdas bien cada empresa y en qué piso se encuentra, usa la computadora, pero no te tardes mucho. Y no olvides ser muy cordial y sonreír. Lo que importa es ser agradable y tu apariencia.”
Efectivamente, en aquella torre donde se encuentran varios corporativos de las empresas más importantes del país, Marisa lleva como recepcionista más de 3 años y se ha ganado varios incentivos por su buen desempeño.
Su nueva compañera, Susy, está impresionada por el control que tiene Marisa de todos los pisos, ubicaciones y nombres de los directivos de cada corporativo. Pero lo que la tiene impactada es el arreglo personal y la envidiable figura de Marisa.
Susy se atreve por fin a preguntarle a Marisa:
-“Oye, ¿y cómo le haces para tener ese cuerpo? Hasta pareces modelo.”
Marisa no puedo ocultar cuánto le agrada ese comentario y le contesta con cierto orgullo:
-“Porque soy muy disciplinada en mi alimentación y todas las noches hago ejercicio. Es indispensable para este puesto porque todos pasan por aquí y te ven.”
Susy queda impactada con las palabras de Marisa y exclama:
-“Ahora entiendo por qué te la pasas comiendo sólo ensaladas y te cuidas tanto”.
Marisa sonríe amablemente y le dice a su compañera:
-“Tú también puedes lograrlo si tienes disciplina. Créeme que esa es la clave. Ahora, te encargo la recepción porque voy al sanitario un momento.”
Marisa toma su bolso, se levanta y se dirige al sanitario de la planta baja. Al entrar, observa que no hay nadie más, piensa algo un par de segundos y mueve la cabeza negativamente. Mejor decide entrar a un privado.
Una vez que cerró la puerta del privado, saca de su bolso varios paquetes de comida chatarra: pastelitos, gomitas, pasas con chocolate, papas fritas y hasta un refresco muy pequeño. Todo un cargamento de calorías y grasas procesadas.
En menos de cinco minutos, Marisa arrasa con toda esa comida. Tira las envolturas en el interior del inodoro y acciona la palanca para que todo desaparezca y así no dejar pruebas de su festín culposo.
Marisa sale del privado, se mira en el espejo y pasa ambas manos por su abdomen plano. Su cara refleja cierta culpa.
Sin embargo, tras un momento que le toma olvidarse de esas ideas, Marisa suspira y vuelve a dibujar una sonrisa en su rostro para salir del sanitario y dar la imagen que tanto le ha funcionado para agradar a los demás.
En el periodismo de vida de hoy, presentamos la historia de Marisa, que puede ser una de las tantas mujeres que integran el 60% de los casos de desórdenes alimenticios en México, en específico el famoso TA o Trastorno por Atracón.
Pero no es algo exclusivo de las mujeres. El otro 40% está formado por hombres también. Tan sólo en México, se estima que el 1.6% de la población padece esta enfermedad y que es más común que la anorexia y la bulimia.
¿Y qué es el Trastorno por Atracón?
Para todos es muy común que ciertos días al año, como Navidad, Año Nuevo o incluso tu cumpleaños, comamos mucho más de lo normal. Son esos momentos cuando decimos que comimos “como puercos”. Y hasta es gracioso cuando lo expresamos así, ¿no?
¿Pero qué pasa cuando esos días se repiten constantemente en tu vida? Cuando son dos o más días a la semana en que comes de esta manera, ya no es algo normal. Y entonces sí, podemos hablar de un Trastorno por Atracón.
También lo llaman “binge eating”, cuando se presentan estos episodios de ingesta compulsiva de forma recurrente. Las personas que lo padecen comen grandes cantidades de comida y pierden el control en ese momento, para después experimentar una angustia severa por el peso que pueden aumentar.
Hay cierta similitud con la bulimia nerviosa, pero en el caso del Trastorno por Atracón, la persona no realiza conductas compensatorias como el vómito autoinducido.
Además, se presentan crisis depresivas, obesidad y las consiguientes enfermedades a causa de esto, como la diabetes, hipertensión, colesterol alto, etc.
¿Cómo podemos reconocer que sufrimos este desorden alimenticio?
Según el Manual Estadístico y de Diagnóstico de las Enfermedades Mentales, si presentas al menos 3 de las siguientes características, entonces ya puedes considerar que lo tienes:
Ingieres alimentos mucho más rápido de lo normal.
Comes hasta sentirte desagradablemente lleno.
Consumes grandes cantidades de comida a pesar de no tener hambre.
Comes a solas para esconder tu voracidad.
Sientes depresión o gran culpabilidad, y te sientes a disgusto contigo mismo después de un episodio de atracón.
No practicas ninguna estrategia compensatoria inadecuada para eliminar las calorías consumidas como el vómito, laxantes, purgas, diuréticos o exceso de ejercicios y dietas.
Y estos síntomas deben presentarse al menos dos días a la semana en un lapso aproximado de 6 meses o más.
Este trastorno no se soluciona con fuerza de voluntad ni con dietas. Se ha comprobado que la adicción a la comida tiene mucho más que ver con los receptores de dopamina en el cerebro, que con un mal hábito alimenticio.
Y también es importante señalar, que muchos pacientes que sufren este desorden no necesariamente suben tiene sobrepeso, por su metabolismo, como el caso de Marisa. Lo que nos sorprende porque son pacientes que en apariencia no tienen problemas de peso y que tampoco tendrían crisis de atracones.
La dopamina tiene que ver con los sistemas de recompensa en el cerebro y la adicción a la comida es la causa de la compulsión por comer. Por eso está clasificada como una enfermedad mental dentro de los parámetros de la Organización Mundial de la Salud.
¿Por qué es necesario hablar de esto en QTF?
Porque según la última Encuesta Nacional de Nutrición, en 2016, el 7% de los hombres y el 26% de las mujeres en México presentan preocupación excesiva de engordar. Estos factores, aunados al estrés, la ansiedad y la insatisfacción del cuerpo, están disparando terriblemente los casos de Trastorno de Atracón en nuestro país.
Así que, si de los puntos que te acabo de mencionar, consideras que tienes por lo menos 3, lo que debes hacer es acudir al médico y que te dé la orientación y el tratamiento adecuado. La voluntad no será suficiente, ni se trata de algo que se puede arreglar con dietas o pastillas mágicas.
Este es un tema pocas veces mencionado porque apenas se está considerando la gravedad del mismo. Por eso tenemos que estar al tanto y evaluar si tenemos o no un desorden alimenticio.
Por eso la pregunta de hoy es: ¿Te das atracones con regularidad y no te habías dado cuenta de que tienes una enfermedad? ¿Conoces casos como el de Marisa en tu familia o amigos?
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