Los derechos del hombre en el aborto

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Paula, a sus 24 años, trabaja en uno de los periódicos más reconocidos y con presencia en todo el país.

Inicia su carrera profesional como redactora, algo por lo que pasan casi todos cuando recién egresan.

En el caso de Paula, puede presumir que durante sus estudios, también trabajaba para pagarse la mejor universidad de periodismo. Esa de donde salieron sus ídolos que están en los medios de comunicación y que son líderes de opinión.

Paula siempre supo qué carrera quería estudiar, en dónde trabajaría y qué trayectoria tendría al cumplir los 30 años. Aún le faltan 6 largos años, pero todo indica que conseguirá sus objetivos.

Con lo que no contaba es que en el mismo periódico donde trabaja conoce a Bruno, el director de un despacho de arquitectos que por azares del destino termina como articulista de negocios con una columna semanal.

Paula y Bruno se conocen en una junta editorial. Paula queda deslumbrada por la virilidad de aquel hombre elegante y educado. Por su parte, Bruno queda impactado por la seguridad e inteligencia de la joven periodista.

Bruno le lleva 8 años a Paula y está casado, por lo que no surge nada entre ellos. Pero pareciera que sus vidas estaban predestinadas y a los dos años, Bruno se divorcia y no tarda ni un mes en invitar a Paula a cenar.

Esa noche, Bruno le confiesa a Paula que desde esa primera vez que la vio, quedó flechado por ella. Paula se hace la interesante y sólo le responde que también le pareció atractivo. Aunque la verdad es que ella no tuvo ojos para nadie más durante esos dos años en que sólo podía verlo en el periódico.

Un par de meses después, Paula se muda al departamento de Bruno y comienzan una relación de película romántica norteamericana. Él cada vez más exitoso y reconocido en el mundo de los negocios, y ella como titular de un noticiario televisivo y articulista para varios medios impresos.

Pareciera que todo es perfecto… Hasta que un día, Paula se da cuenta que lleva varias semanas de retraso en su periodo. Con temor, se realiza una prueba de embarazo y resulta positiva. Está embarazada. Esa noche, Paula le dice a Bruno que tienen que hablar.

Al escuchar la noticia, Bruno grita emocionado y le pide matrimonio en ese instante. Pero la cara de Paula lo desconcierta. Opuestamente a lo que imaginaba, ella se ve desencajada y hasta molesta.

Lo que para Bruno es la realización de una pareja que llega al matrimonio y forma una familia con la llegada de un hijo, para Paula se traduce en la interrupción de su carrera profesional y una carga al tener que cuidar de un niño.

Esa noche, todo termina entre Paula y Bruno. Ella dice que no piensa perder todo por lo que ha trabajado tanto y que interrumpirá ese embarazo. Bruno se resiste, pero al final, sabe que no puede hacer nada contra la decisión de Paula.

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Y entonces, comienza todo un conflicto legal donde Paula tiene todos los derechos y Bruno pareciera que no tuvo nada qué ver en la concepción de ese niño. Nuevamente, esto de la equidad de género parece no ser tan equitativo como debería.

En 32 entidades de la República Mexicana, desde el 2007, el aborto por razones médicas, legales o sociales ya es legal.

Desde hace 10 años, una mujer puede interrumpir su embarazo por ser producto de una violación. Y en 29 estados no se penaliza si la mujer aborta cuando se encuentra en riesgo de muerte.

Muchos de los motivos pueden ser cuestionables. Hay extremos que defienden la vida desde la concepción y otros que niegan todo derecho al feto que aún no se forma y nace. Sin embargo, lo que hoy no cuestionamos en el periodismo de vida es la decisión de hacerlo, sino el derecho exclusivo que se ha dado a la mujer para decidir sobre este punto.

Se considera un derecho individual en el marco legal, reconocido a la mujer por ser su cuerpo y su óvulo el que está fecundado. Pero, ¿te has preguntado qué pasa con el padre, con el hombre que fecundó ese óvulo con su espermatozoide?

Esto es algo que ya ha despertado una inquietud en países como Suecia, donde en la búsqueda de la igualdad de condiciones, el Partido Liberal del Oeste quiere cambiar las condiciones de la paternidad en el marco legal.

Para este partido sueco, los hombres deberían tener el derecho de renunciar a su responsabilidad de ser padres dentro de las primeras 18 semanas de gestación de sus parejas y solicitar que aborten. En caso de que ella no esté de acuerdo, el padre ya no tendría la obligación de reconocer al hijo, conocerlo, visitarlo ni pagar manutención alguna.

La propuesta ya despertó varias opiniones a favor y en contra. Sobre todo porque se contrapone a la Convención de los Derechos del Niño, adoptada por la ONU, que dice en su artículo 7 que “El niño tiene derecho en la medida de lo posible a saber quiénes son sus padres.”

Pero también está la parte opuesta, del padre que quiere que la madre no aborte. Y esto ocurrió en Uruguay en 2012, cuando la jueza Concepción Book falló a favor de un hombre que impidió que su ex mujer se realizara un aborto en la décima semana de gestación.

Este fallo no se amparó en el derecho del hombre a decidir sobre el embarazo de la mujer, porque es algo inconstitucional también en ese país.

Más bien, se basó en el artículo 3 de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo que exige que se registren “las circunstancias derivadas de las condiciones en las que ha sobrevenido la concepción, situaciones de penuria económica, sociales o familiares o etarias que a su criterio le impidan continuar con el embarazo en curso”.

Para la jueza, “la demandada trabaja, tiene ingresos, tiene otro hijo y vive sola con él, y además vive en el fondo de la casa de sus padres sin pagar alquiler. Así que no hay razones de peso para interrumpir el embarazo.”

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Un fallo que marca un precedente en la ley uruguaya y que, aunque en espera de apelación, ya no resultará a favor de la mujer porque cuando el nuevo fallo salga, habrá superado las semanas permitidas y el aborto entrará en el marco de la ilegalidad.

Lo mismo ocurre en México, donde tampoco hay un derecho que ampare la decisión y opinión del padre. No dentro de la normativa legal.

Y es en este punto donde surge la pregunta del periodismo de vida este día: ¿El padre debería tener también derecho en la decisión de un aborto, amparado bajo la ley?

En la historia de hoy, ¿Bruno no tiene derecho a decidir también si quiere ese hijo? ¿Sólo Paula puede tomar una decisión así?

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