¿Te gusta la música clásica? ¿La conoces y tienes algún compositor favorito?
Gracias a la tecnología que permite la grabación sonora a finales del siglo XIX con el fonógrafo de Thomas Edison se logra la difusión de la música a nivel masivo. Pero es hasta 1940 cuando aparece el primer disco de vinilo.
Estos famosos discos de vinil cuentan con una nueva tecnología de micro surco y la velocidad de 33 revoluciones por minuto, que brindan mayor duración y calidad de sonido. Tan es así, que actualmente se siguen vendiendo y los que se conservan de aquella época ya son objetos de colección carísimos.
Y precisamente en este tema de la música y los mecanismos de grabación, hay en la historia de la música clásica un tenor italiano de fama internacional, pionero en las grabaciones que lo convierten en un éxito de ventas por su extraordinaria voz.
Estoy hablando de Enrico Caruso, reconocido por la belleza de su voz, potencia, riqueza de tono y técnica que lo ubican como el cantante más famoso de ópera en todo el siglo XX y al que se le debe la divulgación de los grandes compositores clásicos.
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Entre las muchas anécdotas que hablan sobre la vida de Enrico Caruso, hay una en particular que expone la parte más humana del cantante. Me refiero a ese mayo de 1920, cuando Caruso llega a La Habana para cumplir un contrato con el empresario Bracale, por la nada despreciable suma de 90 mil dólares.
Para entonces, la fama de Caruso le permite el lujo de cobrar semejante cantidad después de 25 años de gloria profesional, pero también es cierto que se encuentra en la parte más baja de su carrera. Incluso está deprimido y varias fuentes afirman que presentía su muerte, un año después a causa de un terrible cáncer en la garganta.
La gira de Caruso en Cuba empieza con el pie izquierdo al cancelar en repetidas ocasiones las funciones programadas porque la caja con las partituras que se embarcó en la Florida se pierde misteriosamente. Sin embargo, Caruso aprovecha su estadía en La Habana para conocer la isla, en especial Playa Mariano.
En aquella época, el general Mario García Menocal -conocido como El Mayoral de Chaparra- manda en Cuba y la isla se encuentra envuelta en un sinfín de conflictos. Para empezar, el primero de mayo estallan 8 bombas, una de ellas en la Tesorería Municipal para conveniencia de los funcionarios que por los documentos quemados no pueden comprobar sus robos.
Otra explosión acontece en el Hotel Ambos Mundos. Y en la víspera de la función inaugural de Caruso también estallan 3 bombas en el edificio que se construye para albergar el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana.
El público benévolo, aplaude a rabiar las actuaciones de Caruso en Martha, Un baile de máscaras, Tosca, El secreto de Susana y Elíxir de amor. Sin duda, los cubanos aman al tenor que sin importar los constantes estallidos se queda en la isla para complacer a su público.
Pero una noche, un desconocido acude a las calles de Prado y Neptuno y le ofrece 40 centavos a un niño que vende periódicos a cambio de dejar un paquete de aspecto inofensivo en el sanitario del entonces llamado Teatro Nacional.
Los 40 centavos son una fortuna para el niño y más en aquel año, quien además desconoce que todo se trata de un desquite de los sindicatos anarquistas contra la Comisión de Inmuebles del Centro Gallego.
Minutos después, se escucha la explosión. Los testigos aseguran haber visto a Caruso corriendo por la calle Prado, con todo y el vestuario de su personaje que llevaba en escena, mientras se tropezaba en repetidas ocasiones.
El susto pasó rápido y Caruso toma todo el asunto con su acostumbrado sentido del humor italiano, cerrando así su última fecha en Cuba y una de las anécdotas más reseñadas en su trayectoria.
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Gran parte de la música clásica es anterior al fonógrafo, al gramófono y los vinilos. Pero sin duda son los CD’s los que potencian el alcance de este género a nivel mundial. Y a partir de la necesidad de preservar esta música es que se determina el tamaño de los discos compactos.
Originalmente, el disco iba a tener 11 centímetros de diámetro y 60 minutos de duración, pero Norio Ohga -vicepresidente de Sony y responsable del proyecto del CD- pidió a sus ingenieros que buscaran en el catálogo de Sony la versión en vivo más extensa de la Novena Sinfonía de Beethoven.
¿Qué sucedió? La versión encontrada es la dirigida por Wilhelm Furtwángler en el festival de Bayreuth de 1951, que dura 74 minutos. Por esto se tuvo que agrandar el diámetro del CD a 12 centímetros y su capacidad hasta 80 minutos.
Hoy en día, la música clásica llega a un mayor número de personas por un nuevo género llamado crossover, que durante más de una década tuvo una categoría en los premios Grammy.
Esta combinación de música clásica con toques de pop y rock tiene varios cantantes y bandas como exponentes del nuevo género, entre los cuales están Il Volo, Celtic Woman, Vanessa Mae, Josh Groban, Sarah Brightman, Il Divo y Andrea Bocelli.
Por eso es que en este periodismo de vida quiero preguntarte: ¿Te gusta alguno de estos representantes del crossover? ¿Prefieres las versiones originales?
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