Cuenta la leyenda que antes de que llegaran los españoles, Oaxaca se encontraba dominada por un grupo de nobles indígenas zapotecas y mixtecas.
El rey Cocijoeza, soberano de la ciudad de Zaachila, tuvo una hija a la que llamó Donají. Y según el trazado cosmogónico, el destino de la princesa sería sacrificarse algún día por amor a su pueblo.
Cuando mixtecos y zapotecos se enfrentaron juntos contra los mexicas, que intentan conquistar la región de Oaxaca para anexarla a su imperio, una serie de eventos origina que los dos pueblos amigos se distancien y comiencen violentas disputas.
En estos enfrentamientos, Nucano, un guerrero mixteco es capturado por los zapotecas y llevado ante el rey Cocijoeza.
Mientras lo cuida, la princesa Donají descubre que Nucano es en realidad un príncipe y se enamora perdidamente de él.
Entonces, Nucano le pide a Donají que lo libere para pedir a su pueblo que terminen con la guerra. Por su parte, Donají pide lo mismo a su padre y ambos pueblos pactan la paz.
Pero los mixtecas piden antes que la princesa se convierta en prenda para garantizar que el rey zapoteca cumpla su palabra o de lo contrario sacrificarán a Donají.
Sin embargo, el amor de la princesa por su pueblo es más fuerte y avisa a los zapotecos que sus carceleros se encontrarían al anochecer en Monte Albán, donde son sorprendidos y diezmados por los guerreros de Cocijoeza.
Cuando los mixtecas descubren el plan de Donají se vengan del rey y la sacrifican cerca del río Atoyac, donde también la sepultan.
La leyenda cuenta que al encontrar su cuerpo, éste no presentaba muestras de putrefacción y que de su cabeza había nacido un lirio silvestre que de inmediato se convirtió en símbolo del pueblo zapoteco.
Esta leyenda es representada teatralmente como parte de las actividades de la Guelaguetza, la fiesta más importante de Oaxaca, que se lleva a cabo cada año los dos lunes siguientes al 16 de julio.
Guelaguetza es una palabra zapoteca que significa ofrenda o presente. Es el símbolo del acto de generosidad de dar, cuando la ocasión se presenta, y que siempre será correspondido por aquel que lo recibió.
¿Pero en qué consiste la fiesta de la Guelaguetza?
Los hombres y mujeres de las ocho regiones del estado, de los “Valles Centrales”, de “La Cañada”, del “Papaloapan”, de “La Mixteca”, de “La Costa”, del “Istmo de Tehuantepec”, de las “Sierras Norte” y “Sierra Sur”, hacen una ofrenda para los habitantes de la ciudad de Oaxaca, que los reciben con gusto.
La fiesta se celebra en el Cerro del Fortín. Una reunión de oaxaqueños y visitantes donde la comida es uno de los principales atractivos. Podemos encontrar mole amarillo, mole negro, chocolate, quesadillas, memelas, nieves, pan de cazuela, entomatadas, tlayudas, cecina, barbacoa, enchiladas con tasajo, tamales, atole y café.
Se trata de una celebración que se origina en la época colonial y está relacionada con la “Fiesta de Corpus Christi” del templo del Carmen Alto, que los Carmelitas construyeron en las faldas de un cerro al que los zapotecas llamaron de la Bella Vista, y se festejaba el lunes siguiente al 16 de julio, repitiéndose ocho días después.
A esta festividad, se agregó el entusiasmo de los indígenas que habitaban las inmediaciones de la ciudad, y que al mismo tiempo celebraban a Centéotl, diosa del maíz tierno o elote. Por eso, hoy tenemos una fiesta donde ambas culturas se mezclan en bailes, canciones y platillos.
Durante el amanecer de cada lunes, los chirimiteros de los Valles Centrales tocan las mañanitas en diversos templos católicos de la ciudad. Estas pequeñas bandas de música están compuestas de tambores, flautas de carrizo y claro está, la chirimía, que es un pequeño instrumento de viento.
En la actualidad, durante la Guelaguetza también se llevan a cabo conciertos, exposiciones artísticas, representaciones teatrales, venta de artesanía, competencias deportivas y el desfile por las calles con los muñecos gigantes y las “chinas oaxaqueñas”, que son mujeres con canastas de flores.
En este desfile, los representantes de cada una de las ocho regiones van acompañados de su propia banda de música y se realiza la elección de la Diosa Centéotl, que presidirá las fiestas gracias a su conocimiento y cualidades.
Los habitantes de la ciudad salen de sus casas y se integran a las fiestas, sin importar su clase social. Además de los miles de turistas que viajan exclusivamente para ser testigos y disfrutar de todos los espectáculos y la comida.
Por fiestas como la Guelaguetza, Oaxaca es uno de los estados que representa con gran orgullo nuestra cultura mexicana, con una celebración que además del color, la música y lo fascinante de sus expresiones artísticas, está basada en los valores de compañerismo y apoyo a la comunidad.
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