México, año de 1930…
Con una belleza inusual, comparada con las otras mujeres de origen humilde, Santa camina por las calles empedradas de Chimalistac.
Como todas las tardes, llevando al hombro un cántaro de barro, Santa se dirige a la fuente donde los habitantes de aquel poblado al sur de la ciudad se proveen de agua.
Santa es humilde, joven, de ojos grandes, boca encendida, pestañas largas, mejillas rozagantes, un busto firme y piernas duras.
La belleza de esta mujer tímida, que apenas si levanta la mirada, no pasa desapercibida para el soldado Marcelino, quien todos los días se detiene a unos metros de la fuente para ver a Santa.
Marcelino se acerca un día con una rosa y le jura amor eterno. Santa no ha conocido hombre jamás y cae rendida en sus brazos. Mientras ella se deja amar en un establo, seducida por las caricias y los besos de Marcelino, una carreta pasa por encima de su cántaro y de la rosa.
Con este símbolo, queda reflejado en la pantalla del cine el momento preciso en que Santa pierde su castidad. Para la época, es impensable ver una escena erótica en ninguna película.
Meses después, Santa se da cuenta que Marcelino se ha ido. Cuando su familia sabe de su pecado, la echan de la casa.
Sin otra salida por estar condenada como una “mujer manchada”, Santa acepta el trabajo de sirvienta en un prostíbulo de la ciudad. Pero la dueña del lugar ve su belleza y de inmediato sabe que ella puede ser más productiva sobre una cama que lavando pisos.
Las otras prostitutas la envidian porque todos los hombres quieren comprar sus besos. Sólo el pianista del prostíbulo la quiere, pero con un amor de hombre a una mujer que percibe como un ángel.
Hipólito es ciego, pero toca el piano prodigiosamente. No ve la belleza de Santa, pero siente su alma y de ella queda enamorado, sin importar que cada noche venda su cuerpo a los demás.
Una noche, llega al prostíbulo el Jarameño, un torero de renombre del que inmediatamente queda prendada Santa. Él también termina deslumbrado por la belleza de aquella mujer que ha inspirado tantas composiciones de Hipólito.
El Jarameño compra la libertad de Santa y se la lleva a vivir a su casa. Pero el destino provoca que una tarde, sin avisar y para darle una sorpresa, llegue el torero a su casa antes de lo previsto y encuentre a su Santa en brazos de otro hombre.
Furioso y despechado, el Jarameño lleva a Santa de vuelta al prostíbulo y la avienta con desprecio, como si de una basura se tratara. Y la dueña le dice con una sonrisa irónica cuando le exige su dinero:
-“La sacaste de un burdel, no de un convento. ¿Qué esperabas?”
Pasan los años y Santa enferma de sífilis, la gran enfermedad sexual de ese momento. Ya no vale nada y con trabajos paga su estadía en el burdel. Ahora, el único que la sigue queriendo, como siempre, es el ciego Hipólito.
Santa muere en los brazos del pianista, no sin antes arrepentirse de sus pecados. Hipólito llora desconsolado, mientras abraza el cuerpo sin vida de Santa y los créditos de la película aparecen en la pantalla.
Hoy que precisamente es viernes, estaremos hablando de la industria cinematográfica. El cine, que es uno de los medios de entretenimiento favoritos cuando llega el fin de semana.
Por eso en este periodismo de vida recordamos la primera película sonora en la historia del cine mexicano: Santa. Una adaptación de la novela homónima de Federico Gamboa.
Aunque ya se habían presentado otras cintas con sonido, se trataba de filmaciones que al momento de proyectarse en las salas, se sincronizaban con discos Vitaphone que contenían la pista sonora.
México es el primer país en Latinoamérica y de habla hispana que produce un largometraje con el sistema óptico Rodríguez Sound Recording System en 1932. Por cierto, sistema inventado por un mexicano de nombre Joselito Rodríguez.
Según los historiadores y críticos, la época de oro de nuestra industria cinematográfica coincide con la Segunda Guerra Mundial, de 1935 a 1945, cuando el cine mexicano alcanza un gran nivel técnico y artístico.
En estos años, tiene un mercado ya establecido, dentro y fuera del país. “Allá en el Rancho Grande” se presenta en 1936 en una sala de Broadway con subtítulos en inglés. Y así, México imita el Star System de Hollywood, desarrollando el culto al actor y propiciando el surgimiento de grandes estrellas.
Estrellas como Pedro Infante, Jorge Negrete, María Félix, Dolores Del Río, Pedro Armendáriz, Katy Jurado, Marga López, Silvia Pinal, y muchas otras.
Después surgen los distintos géneros cinematográficos: ranchero, musical y de rumberas, de gángsters, de terror y fantasía, de luchadores, de rock and roll y hasta de ficheras, que dicen los expertos que ya fue la época decadente del cine nacional.
Pero en 1983 surge el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), encargado de redirigir al cine mexicano por la senda de la calidad nuevamente.
Y en agosto de 1992, los medios informativos anuncian que “Como agua para chocolate”, la película de Alfonso Arau, había impuesto récord de permanencia en el Cine Latino de la Ciudad de México, donde generalmente se exhibían cintas norteamericanas. También se convierte en la más taquillera de ese año en Monterrey.
Afortunadamente, en nuestros días el cine nacional sigue creciendo y las cifras así lo demuestran. Según la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica (Canacine), en 2016 se vendieron 30.4 millones de boletos y tuvo ingresos por 1,330 millones de pesos.
El balance de 2016 marca un año impresionante para el cine mexicano en cuanto a ingresos y boletos vendidos, pero también en la diversificación de películas.
Y para los que dicen que los temas tradicionales o demasiado nacionalistas son el principal problema, está el ejemplo muy claro de una película extranjera con un tema completamente mexicano: Coco.
Aunque producida por Disney, la historia refleja fielmente nuestras tradiciones del Día de Muertos. Y ojo con este dato:
Con apenas 3 semanas de exhibición, Coco ha vendido más de 16.4 millones de boletos y lleva ingresos de 785. 2 millones de pesos. Es la película de animación más taquillera y con más asistentes en la historia del cine en México.
Y siguiendo con este tema del cine mexicano, hoy te pregunto: ¿Cuál es la película mexicana que más te ha gustado?
No importa si es en blanco y negro de la Época de oro, o de los 70’s, de luchadores o de las más recientes. Escríbeme a las redes sociales de QTF.
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