Tener la libertad de tomar una determinación definitiva sobre algo tan propio como el cuerpo de una misma encarna una de las principales luchas para las mujeres en pleno siglo XXI. Así, la interrupción voluntaria del embarazo, cuando el vientre materno da cabida al embrión, persiste como una posibilidad acotada a los juicios morales de la sociedad más que de la mujer que lo vive en su propia carne.
Es evidente que, dentro de los productos culturales y la socialización actual de aquellos entornos que cuentan con un amplio acceso a la información y la educación, y donde se ha logrado marcar una clara separación de los dogmas de fe, el debate ha ido cediendo su lugar al entendimiento y la justa reflexión: un logro de la defensa de los cuerpos con los cuerpos.
Dentro de los productos culturales y de entretenimientos, como ejemplo se encuentra la maravillosa serie británica Sex Education, disponible en Netflix, que desde una visión informada, responsable y antiprejuiciosa expone la iniciación sexual de adolescentes, y donde uno de sus momentos más destacados retrata el paso de Maeve (una de las estelares) por una clínica para interrumpir su embarazo.
La experiencia de Maeve no solo contrasta para las habitantes de América Latina por lo altos estándares de servicio y cuidado que muestra, sino que destaca en cualquier geografía por la narrativa en torno a los cuerpos heridos de múltiples formas y las mentes aferradas a la alegría más básica. Además, las escenas son cuidadosamente centradas en las protagonistas diversas de este tipo de procedimientos. Maeve no solo se encuentra con una compañera de fórmula similar a ella; afronta su propia incertidumbre al encontrarse junto a una mujer madura, con hijos y cuyo acercamiento se vuelve entrañable por sincero.
Como si de verdad pudiera sorprendernos, aquello evidencia que cada mujer vive realidades distintas, por lo que sus motivaciones para continuar o no con un embarazo son tan variadas como las primeras.
Por otro lado, y siguiendo la línea, se encuentra Grandma, película de 2015, dirigida por Paul Weitz, donde se narra las pequeñas grandes aventuras de una abuela, interpretada por la brillante Lily Tomlin, empeñada en ayudar a su nieta a decidir sobre su planificación familiar, bajo los términos que ya ha decidido.
Si bien en Ciudad de México se cumplen 13 años de la Interrupción Legal del Embarazo (ILE), la mayor parte del país vive una historia contraria con mujeres acusadas y sentenciadas por gestaciones interrumpidas, incluso en condiciones de espontaneidad. De ahí que en la segunda década del siglo XXl, luego de que el cuerpo mudo de Alejandra Pizarnik se abriera “a la delicada urgencia del rocío” y Lila Biscia escribiera que “la tierra es bestiario / en mi propio cuerpo”, se siga necesitando que el cuerpo defienda al cuerpo.