El avión presidencial mexicano volvió al país la tarde del miércoles tras permanecer más de un año y medio varado en Estados Unidos, y el mandatario, Andrés Manuel López Obrador, aseguró que sigue intentando venderlo para derribar un símbolo de la opulencia de sus antecesores.
El Gobierno dijo a mediados de julio que estaba considerando una oferta de 120 millones de dólares por el lujoso Boeing 787 Dreamliner, estrenado por su predecesor, Enrique Peña, luego de que un posible comprador no identificado ofreciera pagar parte en efectivo y parte en equipo médico.
El mandatario, conocido por su acrónimo AMLO, ha hecho de la austeridad un pilar de su gestión. En un viaje a Washington a principios de julio para reunirse con su homólogo de Estados Unidos, Donald Trump, se desplazó en un vuelo comercial, transporte que emplea habitualmente en las giras por su país.
El miércoles, AMLO reiteró que “sigue el compromiso de la compra” del ostentoso Boeing, una aeronave de 25 metros de ancho y 80 metros de largo, y que está equipada con sala de juntas, cama “king-size” y un baño de mármol.
“Ya incluso hubo una aportación, un anticipo; sin embargo, no hay ningún problema de entregarlo aquí o entregarlo en Estados Unidos”, detalló.
AMLO prometió desde antes de asumir como presidente a fines de 2018 que se desharía del avión, pero al no encontrar comprador anunció en enero que lo iba a rifar entre la población en un sorteo de la lotería nacional.
Ante las burlas de algunos críticos que arreciaron en las redes por lo aparatoso del premio, aclaró que la aeronave no será el premio de la rifa, sino su valor en metálico. El dinero procederá de los decomisos de bienes al crimen organizado y lo que se recaude se destinará al sector salud. Mientras tanto, el Boeing sigue en venta.
Información de Reuters