Las adicciones, el cerebro, la sociedad y la legalización

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Siempre hemos propuesto que las adicciones son resultado de una enfermedad cerebral de la que el afectado no se puede sustraer, siendo víctima de las circunstancias y la ilegalidad de la que el hecho del consumo de drogas se desprende.

La situación es realmente complicada, por un lado, la oferta sin lugar a duda está en el aire donde cualquiera puede conseguir productos de consumo sin ningún problema, ya que la autoridad ha sido rebasada en su totalidad, por lo tanto, sitios de esparcimiento juvenil como son los lugares para beber y bailar, los centros turísticos, las playas, las universidades, las escuelas, los parques nacionales, prácticamente en cualquier sitio puedes conseguir drogas a precios accesibles y de todos los tipos.

El producto de estas transacciones llega a los miles de millones de dólares cada año rebasando cualquier expectativa y convirtiéndose en el negocio más lucrativo para quienes están en él, desde el pequeño vendedor hasta el más grande distribuidor, siendo el productor tal vez el menos beneficiado. El producto interno bruto de los países involucrados se ve sustancialmente modificado por este millonario negocio.

La legalización de las drogas, nos lleva a hacernos varias preguntas:

  1. ¿El acceso libre de las mismas no incrementará la cantidad de personas afectadas por la adicción como ha sucedido con el alcohol?
  2. ¿Al facilitar el consumo y la disposición recreacional de las drogas no complicaremos la vida de muchas personas que de no haber tenido acceso a ellas, no habrían caído en esta problemática?
  3. ¿Todas las drogas producen el mismo tipo de adicción?
  4. ¿El adicto es un delincuente o es un enfermo o ambos?
  5. ¿Quién es responsable del control del consumo de drogas?
  6. ¿La dosis para desarrollar la adicción es igual para todos?
  7. ¿Los narcotraficantes ahora serán respetables empresarios y sus trabajadores formarán parte de una productiva estructura empresarial?
  8. ¿Quién será el responsable del tratamiento de los adictos y cuanto se tendrá que invertir para prevenir y solventar los problemas de adicción?
  9. ¿Cómo regulará la Secretaría de Hacienda los beneficios para los particulares y el estado de tan productivo negocio?
  10. ¿Cómo evitar la corrupción ante la avalancha de dinero que genera la venta de drogas?

Como verán no es nada fácil el problema y si muy difícil de contestar cada uno de esto cuestionamientos, por lo que hoy nos limitaremos a diferenciar la parte médica como objetivo.

Que la drogadicción sea considerada como parte de una alteración cerebral se ha considerado indiscutible e incuestionable desde 1990 (Time magazine and  National Geographic en algunas publicaciones de ese año dedican su texto a las ciencia de la adicción y el cerebro, al igual que otras revistas de orden científico).

El principio que apoya este paradigma consiste en el hecho de que el uso recreacional suponen, tiene asociación con la forma de expresar en el cerebro acciones de euforia en menor o mayor grado dependiendo de cada cerebro, lo que se adapta también de manera perfecta,  al diseño de un tratamiento que tenga el enfoque directo sobre esta preferencia de algunos cerebros para expresarse de manera más florida bajo el efecto de la droga y envolver al paciente en el proceso de felicidad exacerbada.

En 1997 el director del National Institute on Druge Abuse (NIDA) Alan Leshner describe a la adicción como un proceso dependiente de la estructura cerebral y su manera de procesar el contacto con una droga (Rev. Sicence, Addiction is a Brain Disease and it mattrers) Otros investigadores como Nora Volkow, expertos en adicciones y políticos apoyaron esta propuesta para tratar de ubicar la problemática de las adicciones como una enfermedad independiente de la voluntad del individuo involucrado y más ligada a una predisposición de su organismo.

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Esta concepción de enfermedad no se ha podido probar científicamente desde entonces, no se puede caracterizar el problema y tipificar de manera adecuada para estructurarse como  una enfermedad.

Resulta complicado establecer investigaciones sobre una hipótesis errónea, dirigir presupuesto para las mismas por lo que es fácil cometer errores de estrategia en política, aseverando que son las drogas las culpables de que esos cerebros enfermos caigan en la adicción, por lo tanto habrá como consecuencia que erradicar las drogas del entorno social para evitar las adicciones.

Por lo tanto los factores económicos, sociales y culturales que influyen en el desarrollo de las adicciones han  sido menospreciados y poco estudiados.

La definición de adicción según el Manual de Desórdenes Mentales. DSM-5, 5th Edt., se caracteriza cuando el uso de drogas interfiere con la vida cotidiana de una persona (vida familiar, trabajo y relaciones de pareja) y que aún cuando el individuo está consciente de éstas alteraciones continúa con el consumo. El consumo lo puede llevar a la tolerancia y está documentado en su trayectoria EL HECHO DE HABER INTENTADO EN VARIAS OCASIONES la suspensión, manifestando los efectos de la supresión, que ni así logran convencerlo para tener éxito en el intento de retirarse de la adicción.

Un porcentaje de 75-90 % de los adictos no llena los criterios para la Adicción del DSM-5, solo el 10-25% encaja bien en la descripción aún cuando usan crack, heroína o metanfetaminas, por lo que nos remitimos a la descripción del DSM-5 cuando menciona ABUSO DE SUBSTANCIAS que se describe como el evento que interfiere con las funciones de vida, independientemente del uso regular de las mismas y que se presenta siempre que hay contacto aún cuando este sea esporádico.

En el caso de enfermedades neurológicas como el Parkinson se puede establecer claramente el sitio de la lesión cerebral, el mecanismo fisiopatológico de la enfermedad, la deficiencia y como se manifiesta y desde luego el tratamiento que es claro y conciso. No cabe duda que se puede sospechar la enfermedad, identificar los síntomas y establecer un claro proceso de tratamiento desde el inicio hasta el final de la enfermedad.

Si queremos tratar al Parkinson con refuerzos en el patrón de conducta, mejorar el entorno emocional del paciente, propiciar una salud social de su medio y ofrecerle terapia de refuerzo con el psiquiatra no obtendremos los resultados esperados, es claro que si no se administra la dopamina este paciente no mejorará ni podrá moverse.

En el caso de los pacientes adictos no hay una situación clara respecto a lo que sucede estructuralmente en el cerebro, no hay un sitio o substancia deficiente que se pueda ubicar con claridad. Respecto a los tratamientos sbemos que en gran parte  son de refuerzo conductual, motivacional, apoyo social y familiar situación que no empata con un daño cerebral a tratar sino más que nada una situación general bio-psico-social.

El uso recreacional de las drogas produce liberación de dopamina con sensación de bienestar, esto es lo que dicen los neurofisiólogos, si n embargo, esto no aporta claridad a la discusión ya que de ninguna manera nos proporciona información sobre la causa de la adicción.

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Estudios respecto a los adictos a metanfetaminas analizando neurotoxicidad (destrucción de las neuronas por toxicidad), disponibilidad de transportadores de dopamina y de receptores, no se ha podido esclarecer el mecanismo de la adicción con un sustrato orgánico o fisiopatológico específico, ya que los resultados en controles (pacientes sanos) y en los adictos se llegan a transpolar, evitando poder llegar a conclusiones definitivas.

Aún cuando hay diferencias entre los cerebros de los adictos y los no adictos, no hay evidencias que apoyen el hecho de que estas diferencias corresponden a una enfermedad cerebral, o más aún, tampoco se puede probar que todas las drogas conduzcan a un daño cerebral que se manifieste por pérdida de las funciones cerebrales.

Aún cuando algunas drogas en altas dosis producen neurtoxicidad no existen datos que confirmen en las investigaciones que esto es un comportamiento para todas las drogas.

Se han menospreciado los aspectos sociales tales como ingreso familiar, entorno social, estructura familiar y factores psicológicos ligados a estos aspectos. Los determinantes psicolosociales que influyen en el consumo de drogas son de gran relevancia y pueden explicar mucho de lo que sucede alrededor de la drogadicción y su predisposición.

Hasta ahora tratando de no separar estos aspectos biopsicosoicales, podemos comprender el porqué una sola hipótesis limita el alcance de la explicación ya que todo parece indicar que son complementarias e indispensables para deshilar la maraña de contradicciones y complicaciones que permitan documentar lo que sucede con los pacientes adictos.

En la publicación del 2016 hecha en 10 mil adolescentes que serán seguidos desde los 9 años por décadas propuesta por el  US National Institute, se sabe ahora que en el pequeño grupo de adictos que se encontraron coexisten factores psicológicos, sociales y ambientales que indudablemente influyen en este desenlace y en la propensión.

Muchas más consideraciones tendríamos que hacer en este esfuerzo  integrador para comprender la complejidad de la adicción, para así poder abordar el problema planteando estrategias que impacten realmente sobre su acontecer y su solución, así como, políticas inteligentemente diseñadas que consideren todos los elementos en a solución.

Seguiremos proporcionando información para desenmarañar la perspectiva que nos avecina sobre la legalización de las drogas en nuestro país y sus consecuencias.

American Scientist. May-June 2018.

Atentamente

Dr. Alejandro Cárdenas Cejudo
Fellow of the American College of Physicians
Miembro del Comité Ejecutivo de ISIM
www.drlajandrocardenas.com

 

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