¿Conoces Guadalajara? ¿Sabes cuáles son los sitios emblemáticos que identifican a esta maravillosa ciudad en el estado de Jalisco?
Quienes han visitado Guadalajara saben que Tlaquepaque es uno de los destinos obligados para refrescarse con las famosas “chabelas” -estas cervezas servidas en una copa coctelera-, mientras se disfruta una deliciosa comida tradicional con la música de mariachi en vivo.
Al Norte de la ciudad se encuentra el Zoológico de Guadalajara, con una gran variedad de especies y programas educativos para que los niños puedan interactuar con los animales. O pueden ir al Sur y pasear en caballo en los límites del Lago de Chapala.
Lo cierto es que nadie se puede ir de aquí sin antes contemplar la belleza de la Catedral, que fue construida por petición del Rey de España Felipe Segundo, en el año de 1561. Y ni qué decir del majestuoso Teatro Degollado que se inauguró con la actuación de Ángela Peralta.
Sumándose a estos lugares hay una construcción monumental que fue catalogado en su momento como uno de los mayores y más antiguos hospitales de toda Latinoamérica. Estoy hablando del Hospicio Cabañas.
Hoy en día el Hospicio Cabañas alberga un instituto de arte y fue nombrado Patrimonio de la humanidad por la Unesco. ¿Pero qué tanto sabes de su historia, de los artistas que han contribuido a su grandeza y de las leyendas que giran en torno a sus paredes y rincones?
Inaugurado en el año 1829, el hospital abre sus puertas con la intención de ayudar a las personas más desfavorecidas de Guadalajara, entre los que se encuentran enfermos, huérfanos y ancianos sin recursos en aquel entonces.
Nombrado como el obispo Juan Ruiz de Cabañas, fue precisamente este religioso quien contrata al reconocido arquitecto Manuel Tolsá para encargarse de su construcción, la cual dura aproximadamente 10 años y brinda cuidados y asilo a más de 6 mil personas durante casi 2 siglos.
En el año de 1980 el hospital deja de funcionar, pero actualmente permanece abierto como el Instituto Cultural Cabañas. Gracias a esto podemos admirar las influencias arquitectónicas española y francesa del siglo 18 en sus muros.
Entrar en el Hospicio Cabañas es como adentrarse en un viaje al pasado, con su fascinante domo de la capilla, los salones y las arcadas en el interior del complejo. De hecho, todas las instalaciones del edificio fueron ubicadas en un solo piso -a excepción de la capilla y la cocina- para facilitar la transportación de los pacientes en su interior.
Cuando hablo de un viaje al pasado no sólo me refiero a la antigüedad de su construcción, sino a los murales del reconocido artista José Clemente Orozco. Se trata de 57 frescos diseñados en la década de 1930 que decoran la capilla y que retratan diversos momentos importantes en la historia de México.
En el domo de la capilla se encuentra el mural más famoso de Orozco: El Hombre de Fuego. Pero también el enorme patio tiene un encanto especial. Ubicado al centro de la construcción, este espacio abierto fue diseñado con el propósito de brindar una atmósfera de paz donde las personas pudieran sentirse más cerca de Dios.
A los extremos del patio están las habitaciones donde dormían los niños y también quedan como vestigio las alegres pinturas en los muros del comedor infantil. Algo muy curioso porque antes de ser destinado a los niños en el siglo 19, fue utilizado como cuartel militar.
Pocas personas saben que en un principio se le llamó Casa de la Caridad y Misericordia, hasta que lo renombraron en honor al obispo Cabañas. Y sin duda una de las mayores joyas que alberga es la colección de 340 obras de José Clemente Orozco elaboradas en papel.
Entre sus 23 patios, el Hospicio Cabañas también guarda una leyenda de terror que tiene que ver con el reloj de la fachada, uno de los primeros relojes instalados en Guadalajara y que en un principio fue una novedad y origen de admiración entre los habitantes de la ciudad.
Cuenta la leyenda que el obispo Cabañas acostumbraba salir a pasear de noche con el fin de rescatar niños desamparados. Hasta que un día se encontró con un monje que le dijo: “Eres una persona buena, siempre oras y además acabas de construir una casa para la gente más pobre. Pero quiero decirte que esa casa va a ser destruida y habrá guerra y destrucción.”
Al terminar estas palabras, el obispo se dio cuenta que aquel monje en realidad era el diablo, quien le dijo que sólo había una manera de salvar la Casa de la Misericordia y era arrodillándose frente a él. El obispo Cabañas se negó y el diablo lo amenazó diciendo: “Te vas a arrepentir”. Y desapareció.
Algunos dicen que tal maldición se cumplió, pues al iniciar la Independencia el Hospicio Cabañas fue convertido en cuartel, cárcel y caballeriza. No lo destruyeron como tal, pero sí tuvo otros usos durante 18 años. El obispo Cabañas muere en el año 1824 y nunca ve a su querido hospicio trabajando como lo hubiera querido.
Siguiendo con la leyenda y la maldición, el reloj de la fachada se mantenía funcionando, pero de repente se detenía y luego volvía a funcionar sin que nadie intentara siquiera repararlo. Un día se dan cuenta que cuando el reloj se detenía, un niño moría. Son las monjas quienes afirman que el reloj anunciaba la muerte de alguien dentro del hospicio.
El reloj fue bautizado como el Reloj de la Muerte, pero daba tanto miedo que finalmente en 1952 lo quitan y lo destruyen. ¿Verdad o simplemente una leyenda?
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