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¿Te gustan las telenovelas? ¿Alguna vez, en tu infancia o juventud, viste alguna de las telenovelas que se volvieron verdaderos clásicos en la historia del entretenimiento en México?

Aunque seas un detractor o seguidor de este género televisivo, la verdad es que desde el nacimiento de la televisión en México los programas de concurso entraron a los hogares de miles de mexicanos que buscaban distraerse en compañía de su familia.

Estos verdaderos maratones en vivo en los que un programa entregaba la estafeta a otro y así durante todo el día, hicieron que los televisores de bulbos -y en blanco y negro- se convirtieran en los nuevos escaparates de las grandes estrellas del cine nacional.

Mientras Pedro Vargas, Paco Malgesto o Viruta y Capulina se encargaban de presentar cantantes y sketches con los actores y actrices del momento, la industria comercial se encarga de entrelazar este contenido con verdaderas joyas creativas de la publicidad que no eran rechazadas por su ingenio en los guiones y en las menciones.

Estamos hablando de ese tiempo en que los comerciales eran creados por verdaderos escritores, como Salvador Novo y su famoso anuncio de detergente que dejó grabado el slogan “remoje, sacuda y tienda”.

Pero si bien el canto y el baile eran distractores muy atractivos, la industria televisiva aún no había explotado el género que le daría no sólo un crecimiento abismal a la televisión mexicana en todo el mundo, sino un rasgo de identidad con la cultura mexicana que irremediablemente demostró ser melodramática.

Así es, junto con los programas de concursos y talentos llega la telenovela, también realizada en vivo, con grandes escritores como Mimí Bechelani y su legendaria “Teresa” con tal éxito que un periódico nacional plasmó en su primera plana la frase: “Me das miedo, Teresa”.

O Fernanda Villeli con su inolvidable “Senda Prohibida” o “El Maleficio” que junto con Ernesto Alonso lograron lo que nadie pensó posible: llevar el terror a las telenovelas. Y no podemos olvidar a Hugo Argüelles, otro genio que también logró un éxito impresionante con “Doña Macabra”.

Por su parte, Carlos Olmos -también dramaturgo que llega a la televisión, como Hugo Argüelles y Salvador Novo- escribe la primera telenovela con una villana tan atractiva por su maldad que incluso le roba presencia e importancia a la protagonista: “Cuna de Lobos”.

Tan grande fue el éxito de “Cuna de Lobos” que las calles de la Ciudad de México quedaron desiertas el día en que la telenovela de la terrible Catalina Creel terminó. Esa misma noche, un par de horas después Jacobo Zabludovsky anunció en su noticiario: “Catalina Creel murió esta noche”. Y a la mañana siguiente, varios periódicos nacionales replicaron la misma nota.

Sin embargo, detractores siempre han existido de este género y fue más patente cuando el 17 de marzo del año 2011, el entonces Secretario de Educación Pública -Alonso Lujambio- en el marco del trigésimo aniversario del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos dijo:

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“Las telenovelas podrían ser un instrumento poderoso contra el analfabetismo y el rezago educativo”.

Declaración poco afortunada por el momento político con uno de los candidatos presidenciales que señalaba a Televisa como responsable de una campaña a favor del candidato del PRI. Pero Lujambio, un hombre inteligente, bien educado y profesor universitario no estaba del todo equivocado.

Es más, las telenovelas ya habían contribuido a fines educativos varias décadas anteriores a esta afirmación. Y no se trata de intentos, sino de casos de éxito en temas de alfabetización de adultos y planificación familiar. Hablo de la trilogía conformada por “Ven conmigo”, “Acompáñame” y “Vamos juntos” con Silvia Derbez como protagonista.

Es importante señalar que estas telenovelas fueron producidas por Televisa, pero que la Secretaría de Educación Pública trabajó directamente con la productora a cargo, Irene Sabido.

“Ven conmigo” de 1975, narra la historia de Caridad Escobar, una maestra rural que se dedica a llevar una campaña de alfabetización del gobierno en comunidades muy pobres y aisladas. Punto aparte, el INEA tenía apenas 4 años de haber sido creado y a esa telenovela se le atribuye que millones de adultos se enteraron y se motivaron para aprender a leer y escribir.

“Acompáñame” de 1977, explicaba y propiciaba la confianza sobre el uso de anticonceptivos, las ventajas de poder decidir y planear cuántos hijos tener y en qué momento. Recordemos que ese momento la media era de 7 hijos por cada pareja y el gobierno vaticinaba una imposibilidad para proveer y asegurar servicios públicos a tanta gente de seguir así.

Para entender mejor, hagamos esta comparación: Si en los años 60 la píldora anticonceptiva permitió la revolución sexual, “Acompáñame” marca los años 70 cuando la planificación familiar se asume como una política de Estado en México y prácticamente se vuelve un tema de seguridad nacional.

En “Vámonos juntos” de 1979 y 1980, Silvia Derbez interpreta a Lupe Pistolas, una mujer víctima del maltrato que logra superar su condición de pobreza y baja autoestima, gracias a que estudia hasta que se convierte en maestra. Increíblemente, se trata de una telenovela de superación y reivindicación de la mujer en un México machista y clasista.

Fue tan grande el alcance, tan notorios los resultados y tan atractivo el medio de la telenovela con fines didácticos que después se aprovechó para una campaña de alimentación a los bebés con leche materna, la cual tuvo como embajadora a otra reina de los melodramas televisivos: Verónica Castro.

Pero sin duda, hay en México una saga de 5 telenovelas que retrataron nuestra historia nacional de una manera casi antropológica y sin faltar el ingrediente amoroso del melodrama que hizo que millones y millones de mexicanos conocieran la historia de su país: “La tormenta”, “Los Caudillos”, “La Constitución”, “Senda de Gloria” y “Los Insurgentes”.

Cinco historias escritas por un hombre, dramaturgo y poeta llamado Miguel Sabido, que imprimió su nombre con letras de oro en la industria del entretenimiento en conjunto con el rescate de la cultura, los valores familiares y la identidad nacional, como lo ha demostrado con su incansable labor de promotor de las pastorelas.

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Instituciones como el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial, con su iniciativa de Evaluación de Impacto sobre el Desarrollo, han demostrado que en varios países el impacto positivo de las telenovelas es evidente con temas como la trata de mujeres, el contagio del VIH, el abuso infantil, la discriminación, la lucha contra el cáncer y la equidad de género.

***

Para terminar este periodismo de vida, recordemos que varias generaciones de niños en Latinoamérica llevan el nombre de protagonistas de telenovelas, pues sus mamás durante el embarazo o antes de la concepción disfrutaban y lloraban con las tramas de amores no correspondidos, diferencias de clases y damiselas en peligro.

Por eso te vuelvo a preguntar, ya sea a ti o “al primo de un amigo”: ¿Qué telenovela recuerdas como la que más te ha gustado y por qué?

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