Además de aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares y determinados tumores, de generar déficit de atención en la escuela y alteraciones en el desarrollo cerebral de los niños, o incluso incrementar la mortalidad entre los fumadores, la contaminación atmosférica que produce principalmente la combustión de motores diésel está relacionada también con un mayor riesgo de desarrollar un tipo de ictus.
El doctor Jaume Roquer, jefe del servicio de Neurología del Hospital del Mar y responsable de un nuevo estudio, explica que, por primera vez, se ha demostrado que la exposición a concentraciones elevadas de hollín precipita a corto plazo el desarrollo de un accidente cerebrovascular.
“Relacionamos el contaminante del carbón negro, provocado especialmente por la combustión de motores diésel, con un efecto claro en el desarrollo del ictus aterotrombótico, que supone el 30 por ciento de los ictus isquémicos que se producen”, apunta Roquer. Este tipo de accidente cerebrovascular se produce cuando se desprende una placa de ateroma y obstruye el vaso sanguíneo.
Los resultados de la investigación, explican los artífices del estudio, vuelven a poner sobre la mesa la necesidad de concienciar de los riesgos de la contaminación y regular, de forma estricta, los niveles recomendados de concentración de hollín en el aire.
“Los médicos tenemos que ser más proactivos e incluir la contaminación como un factor de riesgo asociado más, como la diabetes o el tabaquismo”, advierte Roquer.
Con información de El País
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