Como casi todas las mañanas desde que llegó a Londres, Moritz abre las persianas de su habitación y se encuentra con las nubes que cubren el cielo, con esa penumbra muy semejante a la de su país natal, a esa Alemania que dejó hace 3 meses.
Los 7 grados centígrados y un viento que parece cortarle la piel del rostro en pleno verano, no impiden que llegue hasta el Bank of America Merril Lynch, donde lo aceptaron para realizar sus prácticas profesionales.
El sacrificio vale la pena porque a sus 21 años, es uno de los pocos jóvenes afortunados en ser aceptado por un banco de tal renombre y ganar al mes 2 mil 700 libras, el equivalente a unos 70 mil pesos mexicanos.
Mientras camina por la calle, Moritz piensa emocionado:
-“Aguanta un poco más. Sólo faltan 7 días.”
Las prácticas en estos bancos ingleses duran aproximadamente 10 días y son muy bien pagadas, por lo que los estudiantes aguantan jornadas laborales extenuantes que saben que no serán por un periodo largo de tiempo.
Pero también hay que ser un adicto al trabajo y gustarte mucho lo que haces, como en el caso de Moritz, que desde su llegada a Londres tiene los ojos vidriosos y se la pasa tomando café para soportar hasta la madrugada los horarios de oficina.
En la división bancaria de inversión siempre se entra a una hora fija, pero nunca se sabe a qué hora saldrás. Moritz por lo general llega a la residencia de estudiantes en el barrio de Bethnal Green al rededor de las 4 de la mañana.
Este lugar ubicado al este de Londres no tiene problema con el horario, ya que unos 300 de sus huéspedes son becarios en varios bancos y es de lo más normal que lleguen de madrugada.
Moritz llega con una buena dosis de café a la oficina, unas pastillas para el dolor de cabeza ricas en cafeína y alguna bebida energética que le permita cumplir con su objetivo de terminar todos los pendientes en tiempo récord y poder disfrutar de sus últimos días en Londres, antes de regresar a Alemania, donde se graduará el próximo año en la Otto Beisheim School of Management.
72 horas después sin salir de la oficina, desayunando, almorzando, comiendo y cenando comida rápida en su escritorio, Moritz apaga finalmente la computadora y a pesar de apenas mantener los ojos abiertos, una inmensa sonrisa se dibuja en su rostro. Toma su abrigo y sale rumbo al departamento donde planea darse un baño y dormir unas cuantas horas, antes de regresar al banco.
Uno de sus compañeros de la residencia ve a Moritz llegar en plena madrugada y después de saludarse afectuosamente y presumirle sus 3 días de trabajo sin parar, se despiden con la promesa de ir a cenar algo el fin de semana y festejar su próximo regreso a Alemania.
Pero al día siguiente, cuando la ausencia de Moritz es notoria para los demás huéspedes que nunca lo vieron salir o escucharon más ruidos en su habitación, un hallazgo los deja a todos impactados: El cuerpo a medio vestir de Moritz es hallado sin vida en el baño de su habitación.
Las autoridades declaran a los medios que al parecer, después de darse un baño, Moritz sufrió un ataque epiléptico y murió. ¿Las causas?
Médicamente se pueden dar varias hipótesis, pero seguramente el exceso de trabajo, el cansancio acumulado, las horas sin dormir ni comer bien, el café, las pastillas y las bebidas energéticas tendrán algo que ver…
La historia de Moritz Erhardt, un joven alemán de 21 años con estudios de Administración de Empresas en la Universidad de Michigan; que realizó prácticas en la rama de consultoría en Morgan Stanley y en la división de finanzas empresariales del Deutsche Bank, dio la vuelta al mundo en el año 2013 cuando fue hallado muerto después de trabajar 72 horas seguidas en el Bank of America Merril Lynch.
Estamos hablando de un caso totalmente real, de un joven que apenas estaba realizando sus prácticas profesionales, pero que ya tenía en la mente una cultura del trabajo llevada a un límite peligroso que nombra a estas personas como “workaholic” o “adictos al trabajo”.
El término workaholic es nombrado por primera vez en el año 1971 por el psicólogo estadounidense Wayne Oates, en un libro donde hace referencia a su propia adicción al trabajo, en una analogía con la dependencia al alcohol.
La Universidad de Kansas publicó un estudio en 2013 donde queda demostrada la correlación entre los workaholics y un menor bienestar físico y mental, donde la mala alimentación y la depresión llegan de la mano con este desorden.
Pero no siempre el workaholic necesariamente pasa largas horas ininterrumpidas trabajando. Según el catedrático emérito de Psiquiatría en la Universidad Complutense de Madrid, Francisco Alonso Fernández, no importa la cantidad de horas en el trabajo, sino la manera en que se realiza.
El doctor Francisco Alonso explica que la persona que simplemente es muy trabajadora, lo hace de buen ánimo y cuando llega un intervalo, sabe divertirse. Mientras que el adicto suele estar de mal humor y su genio empeora aún más en los tiempos de descanso, es un ogro en casa, no tiene empatía con los demás y no sabe disfrutar del ocio.
Detrás de la adicción hay rasgos de personalidad muy diferentes. Por un lado están las personas ambiciosas, que desean poder, dinero y reconocimiento. Pero también las que son inseguras y se refugian en el trabajo para tapar deficiencias en su vida personal. Y un tercer perfil es el de las personas que combinan la inseguridad con un gran sentido del deber.
¿Cómo podemos saber si somos workaholics o simplemente nos gusta trabajar?
Los workaholics piensan en modos de ganar más horas de productividad laboral; en invertir más tiempo en el trabajo del que se pretendía inicialmente; trabajan para reducir sentimientos de culpa, ansiedad, desconsuelo o depresión; no escuchan a otras personas cuando les dicen que trabajan demasiado; sufren estrés si pasa algo que les impide trabajar; menosprecian las actividades recreativas o deportivas.
El problema principal de esto es que las consecuencias son distintas enfermedades y muchas veces no somos conscientes de lo que estamos provocando a nuestra salud. Por eso la importancia de reconocer si al menos presentamos 4 de estos identificadores y empezar a trabajar en ello.
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