Juan Rulfo y Guadalajara

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-“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo.”

Así comienza Pedro Páramo, la novela que según Juan Rulfo escribió en tan solo 5 meses, allá  en el año de 1955. 

La historia narra cómo Juan Preciado le promete a su madre en su lecho de muerte que regresará a Comala para reclamar a su padre lo que les pertenece.

Promesa que no piensa cumplir, hasta que extrañas visiones de Comala y de Pedro Páramo lo motivan a emprender este viaje.

Poco a poco, Preciado se da cuenta que muchas de las personas con las que se encuentra en este pueblo desolado y seco están muertas…

Traducida a más de 30 idiomas, Pedro Páramo ha vendido más de 1 millón 143 mil ejemplares en Estados Unidos y casi 1 millón en México.

Gabriel García Márquez dijo que después de leer La metamorfosis de Franz Kafka no había sentido nada igual, hasta que leyó Pedro Páramo. Y Jorge Luis Borges dijo que se trataba de “una de las mejores novelas de la Literatura Universal.

Hoy que estamos transmitiendo ¡Qué tal, Fernanda! desde esta hermosa tierra tapatía de Guadalajara, recordaba en el avión los iconos que dan identidad a esta ciudad. No sólo aquí, sino para toda la República Mexicana…

No podemos pensar en Guadalajara sin recordar la música de mariachis. Y mucho menos venir y no probar sus famosas tortas ahogadas. También es obligada una visita al Instituto Cabañas, a la Catedral, al Teatro Degollado.

Pero igualmente, recordaba que Jalisco ha sido la cuna de infinidad de personalidades que dieron a México un reconocimiento internacional por la calidad de sus artistas, de sus científicos, de sus empresarios y claro, de sus escritores como el caso de Juan Rulfo.

Y Guadalajara en específico es un mapa colmado de referencias donde Rulfo pasó muchos años de su vida y donde también se concibieron los ambientes y personajes de sus obras. 

Quien ha leído alguno de los 17 relatos de El llano en llamas o Pedro Páramo, logra identificar los escenarios rurales, los nombres y el habla de muchos habitantes de los poblados que Rulfo  observa como vestigios de un país que se estaba reconstruyendo tras la Revolución Mexicana.

Pero más importante, quien conoce a Rulfo por su obra, por las biografías o que tuvieron la dicha de conocerlo en persona, saben que esta hermosa ciudad de Guadalajara guarda recuerdos del escritor en muchas esquinas, edificios y establecimientos públicos.

Pero, ¿quién fue Juan Rulfo, que este año se cumple precisamente el centenario de su nacimiento, y por qué no podemos pensar en él sin recordar a Guadalajara?

Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, mejor conocido como Juan Rulfo, nace un 16 de mayo de 1917, en Sayula, Jalisco. En el seno de una familia hacendada, que pierden todo durante la Guerra Cristera.

Después de la muerte de sus padres y su abuelo, Juan Rulfo es enviado a Guadalajara al Colegio Luis Silva Morelos 644, donde cursa los primeros estudios.

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Este edificio data del siglo 18. Primero fue un claustro para monjas en 1760, después un cuartel militar en 1861, continuó como el orfanato para varones del Sangrado Corazón en 1887, y finalmente se convierte en el colegio donde Rulfo cursa la primaria.

Rulfo cuenta en algunas entrevistas que la vida en este lugar es como la de una correccional. Siendo el único orfanato que existe en ese entonces, los ricos de Guadalajara mandan a sus hijos como una forma de castigo, pues la disciplina es terrible cual si fuera un sistema carcelario.

Por esos años, la única persona que se hace cargo de Juan Rulfo es su abuela, quien logra sacarlo del internado y lo ingresa en el seminario que se encuentra en el inmueble del centro histórico, el cual fue también la sede de la 15 Zona Militar. 

Todo parece mejorar con relativa calma durante 3 años, hasta 1912, cuando cierran el seminario por la persecución de los cristeros. 

A los 17 años, Rulfo intenta inscribirse en la Universidad de Guadalajara, pero una huelga cierra las puertas de la institución. Así que viaja a la Ciudad de México, donde ingresa como oyente en San Ildefonso, a las clases de leyes y contabilidad. Esto fue por 1936.

Un par de años más tarde, por la recomendación de un tío, Rulfo empieza a trabajar como agente de migración en la Secretaría de Gobernación. El destino lo regresa nuevamente a Guadalajara cuando en 1943 le encargan la internación de alemanes e italianos por la Segunda Guerra Mundial.

Cerca del Club de Industriales, se encuentra actualmente una casa donde Rulfo vive y escribe varios años, en la parte trasera de la propiedad Morelos 2077. En dicha casa vive con su tía Lola, su hermana Eva y la abuela María Rulfo Navarro.

Eva cuenta en sus memorias que en aquel entonces, ella se dedica al aseo de la habitación de Juan y recoge cada día montones de hojas tiradas en el piso, escritas, ya que llenaba el cesto de la basura y ya no cabían. La tía Lola le decía a Eva:

-“Tu hermano está loco. Quién sabe cuánto escribe y escribe y lo tira todo. Está loco.”

Eva también cuenta que por las noches Juan caminaba mucho. En la habitación tenía su cama, un escritorio, un librero y un aparato para oír música. Por la noche se veía la luz encendida y permanecía así durante toda la madrugada, mientras se escuchaba la música clásica de su hermano.

Los vecinos de la época recuerdan que Juan camina todos los días desde el Parque Revolución hasta casa de la tía Lola.

Pero es en el café Nápoles Juárez 419, lugar donde se reúnen intelectuales en los 40, que Rulfo ve por primera vez a Clara Aparicio. En ese lugar ubicado en la esquina de Juárez y Galeana, a contra esquina del Cine Variedades, Juan conoce el amor.

Sin embargo, Clara no es una mujer fácil y le impone a Juan una espera de 3 años, mientras la visita constantemente en su casa de la calle Kunhardt 55. Esta casa ya fue demolida y ahora la calle se conoce como Miguel Blanco.

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En 1948 Juan se casa con Clara en el Templo del Carmen, frente al ahora Ex Convento. Un sitio donde decía Rulfo que se casaba la gente pudiente. Según cuentan, la proposición de matrimonio fue en las bancas del Parque Revolución.

Después de la boda, Juan y Clara se mudan de manera provisional a la Ciudad de México, pero nunca dejan de venir a estas tierras tapatías que tanto amaban.

En este periodismo de vida y desde esta Ciudad de Guadalajara es fácil entender por qué uno de los escritores mexicanos más importantes del mundo se enamoró de tal manera de este lugar.

A ti que me escuchas y que conoces Guadalajara, te invito a que me escribas a las redes sociales de QTF y me digas qué es lo que más te gusta de la capital tapatía. ¿Qué consideras que es necesario conocer o comer cuando alguien viene a Guadalajara? Escríbeme y comparte tus comentarios.

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