La madre “suficientemente buena” – El psicoanálisis de Donald W. Winnicott

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El 23 de noviembre próximo se celebrará en la Ciudad de México un importantísimo congreso sobre el pensamiento de uno de los psicoanalistas que propuso ideas de mucho valor para el psicoanálisis actual: Donald Woods Winnicott. Él, durante más de 40 años, ejerció como pediatra y como psicoanalista. Sus aportaciones fueron originales y con un sustento claro en la obra de Freud.

Los invito a que se inscriban y participen en este encuentro, pero para dejarles una probadita, le pedí a mi amigo y colega psicoanalista, el Mtro. Toffie Sasson (toffysasson@gmail.com) que nos escribiera un poco sobre su teoría. Leamos:

 

Al nacer, el bebé no es una unidad psíquica, nace en un estado de no-integración… durante el primer año de vida la diada madre-bebé constituyen una unidad: no hay bebé sin su madre. Para que el self (Sí-mismo) se pueda integrar y se de la unidad psíquica se requieren de dos aspectos:

  1. Una tendencia innata, del bebé, hacia la integración (palabra clave en Winnicott) y al desarrollo de una persona total y creadora.
  2. Un entorno facilitador que se adapte progresivamente a las necesidades del individuo.

La función de la madre, indispensable, para ayudar a la tendencia innata del bebé a la integración es el Holding (sostén): En un principio es un sostén físico en la vida intrauterina, pero este sostén se va extendiendo gradualmente para abarcar el conjunto de cuidados adaptativos que se le otorgan al lactante, incluidos todos los manejos y cuidados corporales que requiere. Puede ser procurado por una persona desprovista de todo conocimiento intelectual de lo que le sucede al bebé. Lo que se requiere es la capacidad para identificarse, para percibir las necesidades del bebé. De todo esto resulta una continuidad en la existencia que se convierte en un sentimiento de existir, en un sentimiento de sí y que a la larga culmina en autonomía. Es importante señalar que para que la madre pueda funcionar “suficientemente bien”, como un ambiente que propicie el desarrollo, es necesario que el padre le propicie a la madre un entorno de seguridad y amor.

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En su artículo “El concepto de individuo sano”, Winnicott nos dice que la salud es “la madurez correspondiente a la madurez propia de la edad del individuo” por lo que debemos de tener en cuenta que la madre tiene que ir adaptándose a las necesidades cambiantes del bebé. La madre es sana cuando es capaz de distinguir el momento en que dejará de adaptarse y el bebé pueda reaccionar únicamente con ira pero no quedar traumatizado por esa falta. A esto se le conoce como frustración óptima.  El trauma significa una ruptura en la continuidad de la existencia del individuo y solamente, en el marco de una continuidad de la existencia pueden desarrollarse el sentimiento de sí de lo real y de ser, convirtiéndose en rasgos de personalidad individual.

De lo contario, cuando la falta de adaptación del ambiente a las necesidades del bebé es excesiva y genera un trauma en el lactante se despliegan lo que Winnicott llamó agonías primitivas, típicas de los pacientes psicóticos (enajenados de la realidad) como son: el miedo a la no-integración, el miedo a caer para siempre, la pérdida del sentido de lo real y de la capacidad para relacionarse con los otros, también podríamos incluir aquí lo que llamó el miedo al derrumbe. Estos bebés llevan consigo la experiencia de una angustia impensable, “saben lo que es hallarse en estado de confusión aguda y lo que es la desintegración, saben lo que significa ser desatendidos… desatendidos para siempre, o dividirse en un plano psico-somático. Su personalidad debe de reorganizarse alrededor de las defensas que sucedieron al trauma y que necesitan conservar rasgos primitivos del desarrollo como es la división de la personalidad.”

También Winnicott plantea que un exceso de apego entre la madre y el hijo es negativo; la madre debe ser espontánea, que logre una óptima frustración. Una madre “suficientemente buena” también es quien puede permitir el desarrollo del verdadero self del niño, es decir toma en cuenta su gesto espontáneo, en el sentido de lo que el niño quiere expresar, y puede interpretar su necesidad y devolvérsela como gratificación. Por ejemplo: aquella madre que logra darse cuenta en que momento el bebé tiene hambre y en que momento ya no tiene hambre, el bebé hace un gesto espontaneo a la hora de que está satisfecho y la madre tendrá que interpretarlo adecuadamente y respetarlo de lo contrario va emergiendo en el niño un falso self, que tiene función adaptativa y que satisface las necesidades de la madre, se adapta a lo que la madre desea y su verdadera esencia es sofocada. Este Falso Yo puede darse en diferentes grados, desde el menor que correspondería a un tipo de adaptación a las normas sociales el cual no es patológico, hasta grados mas patológicos que se alejan de lo esencialmente propio de la persona.

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Espero les haya interesado lo que Toffie nos cuenta de este autor y sus conceptos. Para aquellos que vieron la película “Vamos a hablar de Kevin” les quedarán más claros, pues se puede observar en la película a una madre que no puede sostener a su bebé ni mínimamente, no sabe interpretar sus necesidades, no logra la espontaneidad al estar con él, etcétera. Pero no se alarmen, esos son casos de una gran patología, la mayoría de las madres logramos ser, como dice Winnicott “suficientemente buenas”.

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Psicoanalista y psicoterapeuta de adolescentes y adultos. Docente de posgrado y ex coordinadora del Doctorado de la Asociación Psicoanalí­tica Mexicana, por su interés en la investigación en temas relacionados al psicoanálisis. Autora de diversos escritos tanto académicos como de divulgación y dos libros: 'Mitos del Diván' y 'La compulsión de repetición: La transferencia como derivado de la pulsión de muerte en la obra de Freud.'

Coautora del libro "Misión imposible: cómo comunicarse con los adolescentes" junto con Martha Páramo Riestra de Editorial Grijalbo 2015