Psicólogos y especialistas aseguran la actividad sexual refleja nuestros miedos, inseguridades, exigencias y necesidades entre otras cosas. Cualquier preferencia en la cama no sólo obedece a un instinto que se mueve exclusivamente por la satisfacción del placer, sino que está conectado con nuestros miedos, fijaciones y traumas.
A continuación, algunas de las más comunes posiciones que te orientarán a reflejar tus miedos, inseguridades, exigencias y necesidades.
Por ejemplo, el “misionero”. Si eres hombre, no tomas riesgos y prefieres entrar en una zona de confort. Seguramente eres un hombre que no persigue sus sueños de infancia. Demuestra que eres más propenso a la fidelidad que cualquier otro, lo cual te hace un gran partido para una relación duradera. Esta posición revela además tu seguridad ya que no necesitas de extravagancias para sorprender en la cama a tu pareja.
Si eres mujer, te gusta generar conexión con tu pareja y el sexo es algo que consideras íntimo, completamente mágico y especial. No temes a la monogamia. Por otro lado, eres una chica a la que siempre le dijeron cómo hacer las cosas y nunca las cuestionó; lo cual no está mal, pero podrías soltarte el cabello de vez en cuando.
La posición de “perrito” estima que si eres hombre, estoy casi seguro que te gustan las oportunidades para denigrar a cualquiera, hay algo en el sometimiento que te excita dentro y fuera de la cama. Hay dos alternativas de explicación: o sufriste muchos rechazos durante la adolescencia, o no temes entrar en contacto con tu lado más animal.
Si eres mujer, gozas de aparentar ser reservada, tranquila y muy seria en el mundo exterior, pero cuando ya no llevas ropa puesta eres la mujer más atrevida y segura que se conozca. En tu casa te acostumbraron a pedir las cosas que quisieras y creciste exigiendo más y más. Aunque también existe la posibilidad de que te hayan acostumbrado a no tener opinión en muchas cosas y confundas el poder con sumisión.
En el caso de la posición “vaquera”, para el hombre revela que odia los compromisos y los esfuerzos que no tengan que ver directamente contigo; prefieres que otros se tomen la molestia y mejor te den los beneficios en una charola. Está perfectamente correcto que seas un hombre así, con poder y con decisión; sólo no esperes siempre obtener los resultados que tú esperas. En el caso del la mujer: llegaste a la edad adulta con convicción de pelear por lo que quieres y no tener que pedir permiso o perdón por ello; seguramente en tu adolescencia fuiste una chica a quien no le importaba el qué dirán.
Si bien en las descripciones puede haber margen de error, porque los humanos no funcionamos como máquinas, sin embargo no deja de ser interesante ver cómo hasta en esos detalles que se pensarían en total lejanía de la mente, hay resonancias de toda una vida y éstas pueden estar expuestas sin percatarnos.
Con información de Sin Embargo
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