Ayer celebramos el Día Internacional de la Niña con el objetivo de crear conciencia acerca de la situación y retos que enfrentan; promover sus derechos, empoderarlas desde pequeñas y erradicar las situaciones que violentan su desarrollo.
De las 1,100 millones de niñas que hay en el mundo, 19.4 millones son mexicanas, es decir, 16.2 por ciento de la población del país; sin embargo, son muchas las dificultades que enfrentan en todas las esferas en las que se desenvuelven y que aún están pendientes de resolver.
Las oportunidades de progreso para las niñas se ven truncadas por problemáticas como el analfabetismo, la violencia física, el abuso sexual, la explotación laboral, el matrimonio infantil, embarazos adolescentes y las diversas formas de discriminación, que desafortunadamente, están presentes desde temprana edad.
Todas estas agravantes y muchas más, forman parte del ciclo de violencia de género que comienza desde la niñez, continúa hasta la edad adulta y se perpetúa por generaciones. Además, este círculo vicioso que lastima el futuro de las niñas, también hace víctimas a los niños, y es generado por el contexto socioeconómico y la memoria cultural.
En México, son muchas las condiciones que agravan el panorama de la niñez. De acuerdo al Coneval, entre 2012 y 2014 el número de mexicanos en pobreza pasó de 53.3 millones a 55.3 millones, poniendo de manifiesto las profundas desigualdades sociales arraigadas en nuestro país. En consecuencia, una cuarta parte de las niñas y niños mexicanos viven en pobreza, haciendo prácticamente imposible que el cumplimiento de derechos como el acceso a la educación, la salud y una vivienda digna se vuelvan prácticamente imposibles.
La pobreza, explica también el motivo de los altos niveles de trabajo infantil. Con ello, cerca de 3.6 millones de niñas, niños y adolescentes de entre 5 y 17 años de edad, trabajan ya sea como cargadores de madera o cemento, o bien, como servicio doméstico.
Estas niñas y niños a menudo explotados, cobrando mucho menos que un adulto por realizar la misma tarea, trabajan en condiciones difíciles y ponen en riesgo su salud día tras día. Aunado a ello, debemos considerar que son muy pocos los que además de trabajar cuentan con educación básica; pues ante tales necesidades, muchos de ellos prefieren apoyar con dinero a su familia y evitar los gastos que podría generarles acudir a la escuela.
A pesar de que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece en su artículo que la educación debe ser obligatoria hasta los 14 años, la realidad nos muestra que 15% de las niñas y niños comienzan a trabajar a los 12 años de edad. Por lo tanto, a pesar de los esfuerzos de los tres niveles de gobierno en materia educativa para evitar la deserción escolar, la mala calidad de vida los impulsa a abandonar las escuelas.
La lista de obstáculos que impiden el florecimiento de nuestras niñas y niños es larga. Ha llegado el momento de hacer conciencia de las necesidades de la niñez, pues es ya crucial promover la implementación de políticas públicas que prevengan la desigualdad, los protejan ante su vulnerabilidad y respalden su desarrollo para construir un futuro de equidad. Es mi opinión…
Licenciada en Economía por la UMSNH.
Consejera Nacional y Estatal del PAN.
Ex funcionaria pública. Orgullosa madre de familia.