Apetito para la destrucción

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A menudo hay que tener un sello personal indeleble para ser considerado un director emblemático en Hollywood. Alfred Hitchcock gustaba de torturar psicológicamente a sus actrices. Stanley Kubrick era un perfeccionista obsesivo. Wes Anderson es un devoto de los encuadres simétricos. David Mamet es un estudioso del diálogo y la semántica, y así sucesivamente.

Ronald Emmerich es el amo de destruir el mundo.

Sí, ese es el sello del realizador alemán que irrumpió en la escena hace 20 años con ‘Día de la Independencia’. En esa cinta vimos a colosales naves extraterrestres destruyendo lugares iconicos en los Estados Unidos: la Casa Blanca, el Capitolio, la Estatua de la Libertad, el Empire State… Y todo ocurrió mucho antes que los eventos de la vida real en el 9/11 nos hicieran reconsiderar las verdaderas consecuencias de la devastación a gran escala.

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Emmerich ha continuado destruyendo lugares emblemáticos alrededor del planeta en cintas como ‘Godzilla’, ‘El día después de mañana’ y ‘2012’, siempre explorando (o ignorando) los límites de la física y la capacidad tecnológica en el desarrollo de efectos visuales. Para bien o para mal, las semillas sembradas por ese primer gran éxito han influenciado al nuevo “cine de desastre”. Así que en esta ocasión está prácticamente obligado a refrendar su título.

El vehículo para intentar esta proeza es ‘Día de la Independencia: Contraataque’ (‘Independence Day: Resurgence’), una secuela cuyo lema es “Siempre supimos que regresarían”. Quizá el lema debió ser “repite todo lo que impactó al público hace 20 años, pero a lo bestia”, pero nadie nos preguntó nuestra opinión. La sutileza no le va a este director, para ser honestos.

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Han pasado dos décadas desde que el entonces presidente de los EEUU Thomas J. Whitmore (Bill Pullman) reuniera a un grupo de sobrevivientes para encabezar un ataque desesperado contra los alienígenas que estaban convirtiendo al planeta Tierra en un inmenso lote baldío. El mundo vive una realidad alterna donde todos los países siguen unificados tras el primer conflicto extraterrestre, y los remanentes de la humanidad aún procuran edificar un futuro prometedor rescatando la civilización de entre las ruinas.

¡Sorpresa! Los invasores están de vuelta. Y no vienen de buen humor. Esta vez no llegan a bordo de múltiples naves gigantescas. No, ahora lo hacen a bordo de una sola nave para la cual la descripción de “gigantesca” se queda extremadamente corta, pues el artefacto mide casi 5,000 kms de punta a punta (¡Toma eso, ‘Star Wars’!) y básicamente se olvida de atacarnos con inmensos rayos de energía. No, eso es taaaan 1996… Lo de hoy es generar un campo gravitacional tan grande que levanta ciudades enteras por los aires, y después las deja caer encima de otras ciudades. Ya saben, la clase de plan que el Coyote urdiría para acabar con el Correcaminos si contara con esta clase de recursos.

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La misión, así pues, es la misma que la de la película previa: patearle el trasero a los “E.T.”, aunque esta vez no cuentan con los servicios del heroico Will Smith, cuyo personaje muere fuera de cámara de una forma más bien anticlimática. No obstante, tenemos a su hijo Dylan Hiller (Jessie T. Usher), quien no tiene el carisma de su difunto padre pero compensa con actitud de sobra. Actitud también es lo que abunda en Jake Morrison (Liam Hemsworth), un intrépido piloto relegado a labores triviales en la Luna, pero que se lleva de piquete en el ombligo con la hija del ex presidente Whitmore (Maika Monroe), quien heredó la vocación política de su atribulado padre. Otros nombres que te resultarán familiares son los del sagaz científico David Levinson (Jeff Goldblum), quien está de regreso para ofrecer teorías catastrofistas (pero atinadas) y observaciones hilarantes en los momentos más terribles. También está Julius (Judd Hirsch), su padre, lleno de pragmatismo y humor judío. Y al buen David hasta le buscaron una respetable actriz francesa (Charlotte Gainsbourg) como posible interés romántico, demostrando que un sustancioso cheque no está reñido con una carrera dedicada al cine de arte.

Hay que apreciar el esfuerzo del director por actualizar la trama con sólidos personajes femeninos que están lejos de ser la clásica damisela en apuros. Sela Ward interpreta a la actual presidente, aunque sus diálogos y su arco dramático no son los más afortunados. La cantante y actriz china Angelababy (GRAN nombre artístico, por cierto) también pilotea aviones de combate con pericia y soltura, permitiendo que el apreciable mercado fílmico chino se identifique con una heroína valiosa. Y hasta Vivica A. Fox regresa brevemente como la bailarina exótica llena de sentido común que ahora es madre de un potencial héroe. Todo muy heroico en esta película, ¿cierto?

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Y lo cierto es que ‘Día de la Independencia: Contraataque’ es, ante todo, entretenida. Tanta destrucción masiva llega a ser un poco reiterativa, pero Emmerich sabe que tampoco hay mucha historia por contar así que esta secuela es misericordiosamente más breve que la original. Curioso, pero comprensible: llega un momento en el que hemos visto esta clase de cataclismos globales con abrumadora frecuencia, y el impacto real de las muertes que suceden como consecuencia de ello se diluye al cabo de un rato. Es entonces que el director apuesta por ese tono que recuerda a las inocentes cintas de aventuras de los años 50, donde los protagonistas se daban tiempo para hacer algún comentario sardónico hacia el enemigo aunque el mismo lleve varios millones de muertos en su cuenta personal.

¿Cómo recomendar esta cinta sin abundar en sus cansados clichés, en sus perfiles de personaje dibujados con crayones y en su trama, más predecible que los chistes a costillas de México tras perder contra Chile en Copa América? Simple: piensa en todas las horas-hombre empleadas en crear destrucción incongruente, ilógica y prácticamente ridícula. Piensa en la torre Burj Khalifa de Dubai impactándose en el corazón de Londres. Piensa en todo ese esfuerzo invertido en hacerte voltear los ojos en un gesto de incredulidad, mientras intentas llevarte otro puñado de palomitas de maíz a la boca. No espera, olvídate de pensar tanto: es cine veraniego, no una favorita del Festival de Cannes. ¿A lo mejor te confundió ver a Charlotte Gainsbourg en los créditos?

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He dirigido revistas como Men'™s Health, ESPN Deportes y SOBeFiT, pero mi pasión es ver, analizar, diseccionar, eviscerar y disfrutar pelí­culas, tanto en el podcast Finí­simos Filmes como en diversas colaboraciones y columnas. Maté a un hombre en el ring. OK, quizá no, pero serí­a una gran historia'¦