No tiene nada de malo que una película deje algunas cuestiones sin resolver para la audiencia, ya sea compuesta de críticos como un servidor o de público que se paga su boletito y su enorme combo de palomitas con refresco. Desde finales “abiertos” hasta ciertos hilos argumentales que terminan truncos, a menudo culpa de la edición, no es raro que queden asuntos en el aire, dejándonos con algo de confusión pero animando a la polémica y a la interpretación del mensaje.
El problema es que de cuando en cuando nos topamos con cintas que nos obligan a preguntar, en voz alta e inmersos en frustración, por qué se tomaron las decisiones que quedaron plasmadas en pantalla. Esto es grave pues no se relaciona tanto con las sutiles omisiones estilísticas del realizador, sino de problemas serios con el producto final. Y ese caso es justo el que aplica a ‘Dioses de Egipto’ (Gods of Egypt, d. Alex Proyas), una película tan abiertamente estúpida que nos lleva a pensar que es una elaborada broma a la que no le captamos el chiste. En vez de una crítica tradicional, creo que será mejor hacer esas preguntas sin respuesta directamente a los involucrados.
¿Por qué se te olvido hacer películas brillantes, Alex Proyas? Prometías mucho tras dirigir ‘El Cuervo’ (1994) y ‘Ciudad en Tinieblas’ (1998), pero desde entonces tus filmes se han ido espaciando y la calidad de los mismos ha caído notablemente. ¿Por qué cambiaste el distintivo estilo oscuro y misterioso por esta abominación plagada de texturas doradas y decorados que parecen un remate de mercancías en “Almacenes El Triunfo”?
Quién los obligó a escribir una historia tan desigual, ¿guionistas? Tras una introducción narrada, vemos un antiguo Egipto que se prepara para la coronación de Horus (Nikolaj Coster-Waldau), Señor de los Cielos (no confundir con Rafael Amaya). Sin decir agua va se aparece su celoso tío Set (Gerard Butler), Dios del Desierto, al frente de un imponente ejército. Set mata al benévolo monarca Osiris (Bryan Brown), reta a su sobrino a duelo, los duelistas se hacen Transformers o algo similar y el desafortunado Horus termina sin ojos después del enfrentamiento. El pueblo queda esclavizado y a merced de Set, pero un ladronzuelo inexplicablemente rubio llamado Bek (Brenton Thwaites) decide robarse del palacio uno de los ojos de Horus con la esperanza de hacerle volver del exilio para restablecer el orden en el reino o algo así. Sí, la “trama” parecen los objetivos a seguir en un videojuego. Y quizá hubiera sido preferible jugar ‘Dioses de Egipto’ que sentarse a verla pasivamente.
¿Por qué tenemos otra película de egipcios protagonizada por europeos güeritos? Lo peor es que los protagónicos son literalmente DIOSES de esa civilización ancestral, pero aun así son interpretados por gente étnicamente apartada del material base. Horus y Set son un danés y un escocés. Casi todos los demás dioses, semidioses y nobles egipcios son ingleses, australianos, franceses o estadounidenses. Por ahí se coló Chad Bosewick como Thoth, y él sí es de origen africano, pero la película se va tan poco convincente como un “remake” de ‘Tizoc’ con William Levy en el rol titular.
¿Por qué accediste a este proyecto, Geoffrey Rush? El ganador del Oscar de origen australiano aparece como Ra, Dios del Sol, y se pasea por los cielos a bordo de una especie de nave, combatiendo con una nubesota feroz y encendiéndose en llamas con unos efectos especiales que parecen diseñados para tus videos de Snapchat. En algún momento me entró el temor de que los productores tengan fotos de Rush y otros actores talentosos en situaciones comprometedoras, y que hayan sido extorsionados para salir en esta película.
¿Por qué las escenas de acción son tan infantiloides? La película tiene suficiente violencia y escotes pronunciados como para ser un producto no precisamente dedicado a los chamaquillos que están emberrinchados por no poder entrar a ‘Deadpool’, pero incluso los momentos que deberían ser más emocionantes parecen deslucidos y planos. ¿Había necesidad de tratar al público con tanta condescendencia?
Y así podría pasar horas y más horas con preguntas incómodas ¿Por qué es tan poco memorable la música del compositor Marco Beltrami? ¿Nadie le dijo que tenía que resaltar más en una mezcla de sonido llena de escándalo y confusión? ¿Qué diseñador de juguetes emplearon para darle vida a la esfinge? ¿A qué se debe que la mayoría de las criaturas fantásticas hayan sido conceptualizadas con la fórmula gastada de “pues son los mismos bichos de siempre, pero ahora en grandote”? Y hablando de esa cuestión con el tamaño, ¿no pudieron pensar en mejores formas para aprovechar narrativamente la enorme discrepancia de estaturas entre hombres y dioses?
Después de que el mismo Proyas se disculpó hace unos meses ante los medios por las caracterizaciones tan poco atinadas dentro de este Egipto que sólo lo es de nombre, ¿no hubiera convenido demorar la producción y corregir algo? ¿Cómo se les fueron más de $140 millones de dólares en presupuesto para terminar con algo que no luce más atractivo que la secuencia de entrada de un videojuego de Playstation? En serio, ¿cómo pueden pensar en plantear una secuela futura si se pronostica que la cinta no recupere ni la décima parte de su costo total en taquilla? ¿Por qué existe ‘Dioses de Egipto’? ¿POR QUÉ?
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He dirigido revistas como Men'™s Health, ESPN Deportes y SOBeFiT, pero mi pasión es ver, analizar, diseccionar, eviscerar y disfrutar películas, tanto en el podcast Finísimos Filmes como en diversas colaboraciones y columnas. Maté a un hombre en el ring. OK, quizá no, pero sería una gran historia'¦