En la Catedral Metropolitana, el Papa ofició una misa ante 165 obispos, arzobispos y cardenales, en la que los invitó a no minimizar la amenaza que el narcotráfico representa para la iglesia mexicana y los mexicanos, especialmente, los jóvenes.
“Les ruego no minusvalorar el desafío ético y anticívico que el narcotráfico representa para los jóvenes, la entera sociedad mexicana, comprendida la Iglesia. La proporción del fenómeno, la complejidad de sus causas, la inmensidad de su extensión como metástasis que devora la gravedad de la violencia que disgrega y sus trastornadas conexiones no nos consienten a nosotros, pastores de la Iglesia, refugiarnos en conductas genéricas, sino que exigen un coraje profético y un serio y cualificado proyecto pastoral para contribuir gradualmente a entretejer aquella delicada red humana, sin la cual todos seríamos desde el inicio derrotados por la insidiosa amenaza”, dijo.
Criticó a quienes participan en el narcotráfico y urgió a los obispos de México a “no dormirse en sus laureles”.
Insistió en que la iglesia debe apoyar a los pueblos originarios que “aún esperan que se les reconozca efectivamente la riqueza. de su contribución y la fecundidad de su presencia, para heredar aquella identidad que les convierte en una nación única y no solamente una entre otras”.
Con información de La Jornada
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